La Policía y la Fiscalía procedieron al levantamiento de los restos humanos hallados en San Martín de Porres y Rímac. (César Grados/GEC)
La Policía y la Fiscalía procedieron al levantamiento de los restos humanos hallados en San Martín de Porres y Rímac. (César Grados/GEC)

Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por unas milanesas de pollo con arrocito blanco, ensalada y, para tomar, una limonada al tiempo.

“María, ayer fue un día macabro, pues mentes enfermas regaron por las calles varias partes de cuerpos humanos mutilados. Este grado de bestialidad y violencia debe preocuparnos.

Delincuentes hasta con escopetas y ametralladoras asaltan humildes pollerías y chifas de barrio delante de niños y no dudan en matar a escolares, como la menor que trabajaba de mesera en un restaurante de Huaycán y que unos miserables asesinaron de un balazo.

Los feminicidas siguen matando a indefensas mujeres a cuchilladas, a balazos o quemándolas, y también asesinan a sus hijos. Los inspectores municipales de transporte urbano son atropellados y hasta baleados por conductores salvajes.

El psiquiatra Martín Nizama señala que vivimos en una sociedad violenta ‘regida ya no por los valores, sino por los antivalores, donde el primitivismo se está imponiendo mediante la cultura tanática, el culto a la muerte’. Sostiene que es consecuencia de que en la sociedad actual ‘se ha eliminado de la casa a la familia (que es fuente de amor, educación y desarrollo humano) y se ha entronizado al individuo, por lo que ahora prevalecen los antivalores y la violencia’.

Señala que los agresores actúan por impulsos, porque su cerebro no maduró o está malogrado por alguna enfermedad mental o drogadicción. ‘El cerebro no regula los impulsos primitivos que vienen del cerebro reptil, que es el de los instintos y deseos. Cuando ese primitivismo aparece de manera violenta se configura el síndrome bestia, es decir, la persona ya no reconoce a la otra como ser humano y comete atrocidades.

El síndrome bestia es la liberación de todos los impulsos en contra de una persona, sobre todo de los más débiles como las mujeres y niños’. Nizama remarca que para que un niño no sea violento es fundamental darle amor, respeto y valorarlo. ‘Varios ‘padres’ los consideran como una mascota’, remarca. En ese sentido, dice que hay cuatro tipos de procreadores de vida: el semental, que engendra y desaparece; el progenitor, que engendra y cría, pero no educa; el proveedor, que solo compra; y el padre, que ya no existe, y que educaba, formaba, era un paradigma y estaba en casa. ‘Ahora los padres desaparecen, los niños son huérfanos de padres vivos y los endosan a los aparatos electrónicos. Ahí llega la cultura de violencia y no hay amor. Y si no hay amor, no hay educación; y si no hay educación, no hay valores. Entonces tenemos seres primitivos que muchas veces desatan estos crímenes’”. Qué terrible. Me voy, cuídense.

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