Mi amigo, el Chato Matta, llegó medio raro al restaurante. Pidió una dieta de pollo y una infusión. “María, estoy en una encrucijada. Siéntate un ratito, te voy a contar algo importante. Tú sabes que uno de mis grandes amores fue la ‘Italiana’ Silvia. A ella le jugué mal. Fui a la casa de sus padres a pedir su mano. Ella estaba en Italia y me iba a mandar mi pasaje para casarnos en Roma. Tenía separada la iglesia, al cura y el ajuar de novia. Incluso había comprado un tour para dos personas y viajar en un crucero a la isla de Capri. Todo lo tiré por la borda por culpa de los consejos de Pancholón. ‘Chato, no seas sano. Allá te vas a aburrir, no hay nada como tu rico Perú. No vas a sacar la lengüita, no vas a trampear. Te vas a quedar limpiando la casa de Silvia y dándole de comer a su perrito’. El gordito me comió el cerebro. Cuando fue el terremoto de Italia ni siquiera la llamé, estaba con las terribles de San Martín, en La Posada, con Pancho. Terminé con ella por teléfono. Horrible. ‘Chatito, no te cases conmigo, pero ven, te mando los pasajes y conoce Roma’. Me cerré y puse duro mi corazón. Ahora acaba de llegar a Lima de vacaciones. Sonó mi celular. ‘Chato, un mensajero te está llevando una invitación para una cena en Miraflores. No me falles. Click’.

Después de unos vinos, se soltó. ‘Chato, te odiaba, pero soy una mujer de amores intensos. Ni bien hice mis planes para mis vacaciones, me acordé de ti. Las mujeres somos débiles, más me pegas, más te quiero, como dice el dicho. Yo hice llorar al fisiculturista croata, que era igualito a Arnold Schwarzenegger por lo fortachón, pero tú me rompiste el corazón. Chato, pensé nunca más hablarte. Pero he conversado con tu madre. No estás por el buen camino. Te separaste y, en vez de pensar en tus hijos, le seguiste la cuerda al pervertido y mañoso de Pancholón. Tu madrecita te quiere y te dio un cuartito, pero tú lo utilizas como un bulín. Tus hijos han crecido y ven ese mal ejemplo. Chato, te estoy proponiendo una salida. Sálvate. Soy la única mujer que te ama, las otras son solo pasatiempos. Soy lo que tú necesitas. Vámonos a Roma. Ya hablé con mis jefes, te conseguí trabajo de chofer en la embajada. ¿Qué dices, mi tigre?’ Esa noche solo la hice aullar de placer, pero no respondí. Estoy en una encrucijada. Sé que no he avanzado. Debería tener una flota de taxis y sigo con mi único carrito. Mis amigos me buscan para la joda. Silvia me gustaba, aunque la verdad es que no la amo, pero allá puedo trabajar y mandarles de todo a mis hijos. No sé... Pancholón se vacila. ‘Chato, esa mujer no corre, esa vida no es para ti. Tú eres callejero, vas a arrepentirte toda tu vida’. María, aconséjame. Nunca había estado tan confundido”. Pucha, esta historia creo que tiene para largo. Vamos a ver qué decide el ‘Chatito’ la próxima semana. Me voy, cuídense.

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