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La lucha contra la pandemia en ha sumado un nuevo capítulo de tensión. Ante el creciente aumento de casos de , el gobierno ha decidido restringir la exportación de vacunas para asegurar su propio suministro.

Esto afecta directamente al Serum Institute de India, una empresa privada que funge como uno de los mayores productores de la vacuna de , y provoca un retroceso en las campañas de vacunación en muchos países del mundo.

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En términos numéricos, la cuestionada decisión se traduce en la retención de casi la totalidad de los 2,4 millones de dosis diarias que fabrica el mencionado laboratorio.

La actualidad advierte que los casos diarios en India suman 50,000, más del doble que hace menos de dos semanas, sumado a una campaña de vacunación lenta, pues solo se ha aplicado dosis a menos del 4% de los casi 1,400 millones de habitantes del país. Estos números la posicionan muy por debajo de los índices de Estados Unidos, el Reino Unido y la mayoría de los países europeos.

Sin embargo, el panorama hace poco era totalmente distinto, pues India se desempeñaba como uno de los principales exportadores de la vacuna de AstraZeneca, y aprovechaba la situación para ejercer influencia en el sur de Asia y en todo el mundo.

Según The New York Times, más de 70 naciones, desde Yibuti hasta el Reino Unido, recibieron un total de más de 60 millones de dosis de vacunas fabricadas en India. Desde mediados de enero hasta marzo, los principales envíos de vacunas salieron de dicho país con pocos días de diferencia.

Pero el Ministerio de Asuntos Exteriores de India ya ha detallado que el tamaño de los envíos ha disminuido mucho. Una muestra de ello ha sido la declaración de Covax, el programa creado por agencias donantes para comprar vacunas y distribuirlas en las naciones más pobres, que sostiene que se les había informado que casi 100 millones de dosis previstas para marzo y abril se retrasarían debido a “una mayor demanda de vacunas contra la COVID-19 en India”.

Aunque el gobierno indio no ha comentado públicamente el estado de la exportación de vacunas, especialistas en salud sostienen que la explicación es evidente: ante una segunda ola de contagios que golpea al país, India se está aferrando a una vacuna que no desarrolló, pero que se fabrica en su territorio en grandes cantidades.

En ascuas

Narendra Modi, primer ministro de India, es un nacionalista de mano dura. Asimismo, tiene un control reglamentario sobre cuántas dosis de vacunas pueden exportarse en un momento dado, y al parecer India va en la misma dirección que la Unión Europea, que se está movilizando para frenar las exportaciones.

Por su lado, el director general del Serum Institute, Adar Poonawalla, se encuentra en una encrucijada. A su compañía le interesa cuidar su reputación y mantener su palabra con sus clientes extranjeros y con AstraZeneca, además de cumplir los contratos que ha firmado. No obstante, Poonawalla ha sido cuidadoso de no decir nada negativo sobre Modi ni la presión que su gobierno está ejerciendo sobre él.

La estrategia de Poonawalla apela a la calma y a la paciencia. “El Serum Institute de India ha recibido instrucciones de dar prioridad a las enormes necesidades de la nación y, a la vez, equilibrar las necesidades del resto del mundo”, señaló en Twitter hace un mes.

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El Serum Institute acordó suministrar vacunas a países de ingresos medios y bajos, según un acuerdo que firmó el año pasado con AstraZeneca, el gigante farmacéutico que se asoció con los científicos de Oxford que desarrollaron su vacuna.

Clave en el problema fueron los inconvenientes de producción en las instalaciones de AstraZeneca en Bélgica y los Países Bajos, pues naciones más ricas como Canadá, Arabia Saudita y el Reino Unido pasaron a depender también de las dosis del Serum Institute, lo que hace que la empresa sea aún más indispensable para la cadena de suministro mundial de la vacuna.

Otra dificultad también radica en el balance final de producción y exportación de vacunas, pues India ha enviado al extranjero más dosis de vacunas que las que le ha suministrado a su propia población, a diferencia de Estados Unidos, el Reino Unido y los estados miembros de la Unión Europea.

Una decisión con consecuencias

India tiene una población superior a la de África y cientos de millones de personas viviendo por debajo del umbral de la pobreza. El país depende de su propio suministro de vacunas, a diferencia de las naciones que se han abastecido de vacunas de proveedores de todo el mundo.

Actualmente India produce una segunda vacuna contra la COVID-19, desarrollada por Bharat Biotech, una empresa india, aunque la demanda mundial de esa vacuna es mucho menor que la de la vacuna de AstraZeneca.

Es poco probable que muchos países más pobres tengan acceso generalizado a las vacunas sino hasta 2023 o 2024, y una interrupción prolongada de las exportaciones de India podría retrasar esas fechas aún más, señaló a The New York Times el profesor de Políticas Sanitarias de la London School of Economics Olivier Wouters, quien ha estado analizando la cadena mundial de suministro de vacunas.

Por su parte, Corea del Sur, Indonesia y Filipinas están entre los países que serán golpeados a corto plazo por los retrasos de los envíos de vacunas que se les habían prometido bajo el programa Covaz. “Nuestro aumento planificado de vacunaciones diarias se verá afectado”, dijo a periodistas el jefe de vacunación de Filipinas, Carlito Gálvez.

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