El tradicionista Ricardo Palma nació el 7 de febrero de 1833, fecha de la que está por cumplirse 183 años.

Entre los seis tomos de sus ‘Tradiciones peruanas’, hoy recordamos a ‘¡Al rincón! ¡quita calzón!’ Ahí se relata que en 1796, el obispo de Arequipa, Pedro Chávez de la Rosa, ante la falta del profesor de latín, acudió al seminario a reemplazarlo.

Al examinar a alumno tras alumno, al demorar estos en responder sus preguntas y mirar al techo en busca de respuesta, el obispo gritaba: ‘¡Al rincón! ¡quita calzón!’ y los mandaba a un rincón.

Cuando había más de una docena arrinconados, “le llegó su turno al más chiquitín y travieso de la clase, uno de esos tipos que llamamos revejidos, porque a lo sumo representaba tener ocho años, cuando en realidad doblaba el número”, refiere Palma.

Al no responder, el obispo lo mandó ‘¡Al rincón! ¡quita calzón!’, pero al irse hablando entre dientes lo llamó de vuelta. El muchacho pidió formularle una pregunta y Palma escribe:

“Pues con venia de su señoría, y si no es atrevimiento, yo quisiera que me dijese cuántos Dominus vobiscum tiene la misa”. El señor Chávez, sin darse de la acción, levantó los ojos. “¡Ah! murmuró el niño, pero no tan bajo que no le oyese el obispo. También él mira al techo”. El Dominus vobiscum es la frase ‘El Señor esté con vosotros’.

El obispo entendió su error al tratar a los alumnos y se convirtió en protector del joven que no era otro que Francisco Javier de Luna-Pizarro, años después vigésimo arzobispo de Lima.

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El tradicionista Ricardo Palma nació el 7 de febrero de 1833, fecha de la que está por cumplirse 183 años.

Entre los seis tomos de sus ‘Tradiciones peruanas’, hoy recordamos a ‘¡Al rincón! ¡quita calzón!’ Ahí se relata que en 1796, el obispo de Arequipa, Pedro Chávez de la Rosa, ante la falta del profesor de latín, acudió al seminario a reemplazarlo.

Al examinar a alumno tras alumno, al demorar estos en responder sus preguntas y mirar al techo en busca de respuesta, el obispo gritaba: ‘¡Al rincón! ¡quita calzón!’ y los mandaba a un rincón.

Cuando había más de una docena arrinconados, “le llegó su turno al más chiquitín y travieso de la clase, uno de esos tipos que llamamos revejidos, porque a lo sumo representaba tener ocho años, cuando en realidad doblaba el número”, refiere Palma.

Al no responder, el obispo lo mandó ‘¡Al rincón! ¡quita calzón!’, pero al irse hablando entre dientes lo llamó de vuelta. El muchacho pidió formularle una pregunta y Palma escribe:

“Pues con venia de su señoría, y si no es atrevimiento, yo quisiera que me dijese cuántos Dominus vobiscum tiene la misa”. El señor Chávez, sin darse de la acción, levantó los ojos. “¡Ah! murmuró el niño, pero no tan bajo que no le oyese el obispo. También él mira al techo”. El Dominus vobiscum es la frase ‘El Señor esté con vosotros’.

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