Por: Milagros Casas

, el popular ‘Kiko de la cumbia’, reaparece nuevamente en la música, dejando sus ‘demonios’ en el pasado. Reconoce que era el borrachito del grupo, pero ahora ha vuelto a nacer.

Lucho, estuviste metido en el mundo del alcohol. ¿Te arrepientes de algo?

No, porque cada tropiezo ha sido una lección de vida y es así como estoy parado y sigo para adelante.

Pero perdiste trabajo, familia, amigos...

Amigos no tanto porque la mayoría, cuando estás metido en este medio, son solo de momento, muy pocos son los que realmente están contigo cuando estás mal. A Dios gracias no he perdido el talento, pero sí perdí oportunidades, ahora estoy como volviendo a nacer.

¿Has dejado definitivamente el alcohol o sigues en la lucha?

Yo estoy tranquilo, no es que todos los días paraba borracho o dormía en las calles. Tenía muchos problemas en mi vida, de repente también una depresión y me refugiaba en el alcohol. Cuando estoy reunido con mi familia, me tomo una copa de vino, nada de excesos. Ya no más escándalos porque tengo mi hija de 15 años y dos hijos de 11, ya no estamos para dar malos ejemplos.

¿Qué te quitó el alcohol?

Me ha quitado años... años que pude aprovecharlos para otras cosas, pero nunca es tarde.

¿Sentiste que tocaste fondo?

La verdad, no. Nunca estuve en la calle, andando como loco pidiendo plata o vendiendo mis cosas. De repente sí era excesivo lo del trago porque me gusta reunirme con mis amigos, soy el más borrachito, como se dice, el que se ‘empila’ más rápido...

En el ambiente en que tú te mueves hay mucho licor...

Las tentaciones siempre están ahí. Tengo amigos, ellos toman, yo los miro, me mato de la risa y me retiro porque yo ya he vivido mucho.

Muchas personas pensaron que habías tirado tu carrera por la borda.

Yo he seguido trabajando desde hace 5 años en Chimbote y ahora estoy con la orquesta ‘Lucho Cuéllar y los Incorregibles de la Cumbia’.

¿Qué no volverías a hacer?

Alejarme de los seres que más amo. Lastimosamente la fama es una enfermedad muy fuerte, es adictiva y si no sabes controlarla te puede llevar abajo. Así como te puede levantar, te puede destruir.

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