| Los tiempos cambian vertiginosamente y las crisis, como una pandemia global, son generadoras de sufrimiento, pero también de cambio, el cual exige al sujeto la adaptación, buscando así las herramientas necesarias para sobrevivir. Como, por ejemplo, en la enseñanza de la educación superior, sin negar todas sus dificultades y pérdidas, se ha convertido en un espacio de aprendizaje y sabiduría tanto para maestros como estudiantes.

En ese contexto, Miguel Flores Galindo, especialista y jefe de la Carrera de Psicología de la UARM (Universidad Antonio Ruíz de Montoya), analiza y plantea cuatro aprendizajes fundamentales para la educación superior que ha surgido o se han consolidado con la pandemia:

Desarrollo de la autonomía

La educación virtual ha sido muy demandante para los alumnos ya que eliminó la presencia del docente, la mirada que convoca al alumno a prestar atención y que vigila (intencionalmente o no) que el alumno se mantenga en tarea. El medio virtual exige que el estudiante sea su propio regulador, debe desarrollar estrategias para aprender de manera autónoma y comprometerse en el seguimiento de las clases más allá de la exigencia externa. 

El uso de las cámaras sirve para mitigar esta dificultad, pero no es suficiente. Según el especialista, Flores Galindo, El desarrollo de la autonomía no se resuelve con acompañamiento paternalista, sino todo lo contrario, con un moldeamiento de autonomía y la exigencia de trabajo en etapas y por objetivos”.

Comunidades de aprendizaje

Son espacios de aprendizaje, no necesariamente formales, que cumplen una tarea fundamental en el desarrollo académico y como grupo de soporte. La virtualidad en pandemia significó un deterioro de los vínculos amicales al impedir las formas habituales de socialización. Este resquebrajamiento mostró la fragilidad de las comunidades de aprendizaje que se formaban espontáneamente en las universidades. Se impone la necesidad de acompañar y ayudar a los alumnos -con mayor fuerza- en el desarrollo de competencias para la consolidación de comunidades de aprendizaje en oposición al trabajo solitario y aislado que es, para algunos jóvenes, zona de confort.

Cuidado de la salud mental

En los últimos años el cuidado de la salud mental ha ido ganando importancia. La pandemia y la enseñanza virtual mostró -de manera cruda- el impacto de la salud mental en las posibilidades de desarrollo académico. Según estudios de la clínica Larco Herrera, los estados depresivos aumentaron en un 35 % especialmente en los jóvenes.  La angustia por el virus, los duelos, las pérdidas económicas, la inestabilidad política que la acompaña y la adaptación a una nueva forma de aprendizaje, tuvieron grandes impactos en el alumnado.

Es común que los padres no valoren su importancia y cometan el error de no reconocer que la inversión en salud mental, es la inversión más significativa para el cuidado y el desarrollo de sus hijos. Seamos parte del cambio.

Herramientas virtuales

En los dos últimos años los profesionales han descubierto herramientas tecnológicas que no conocían antes y que resultan muy eficientes para el logro de sus responsabilidades. Según el estudio de Instructure para América Latina, el 95 % de los estudiantes y el 92 % de directivos de carreras creen que el acceso a la tecnología tiene un alto impacto en los estudiantes y en la enseñanza.

Ahora que el estado de emergencia va pasando y se regresa, paulatinamente, a la presencialidad, aparece un nuevo reto: ¿Cómo retomar los beneficios de la presencialidad, pero nutridos por los aspectos positivos de la virtualidad?

Debemos aprovechar las dinámicas de encuentro personal que nos permiten un acompañamiento cercano, empático y humano, pero sin perder las estrategias virtuales como soporte para el seguimiento de un trabajo continuo y asincrónico y que, a su vez, nos permiten llevar educación de calidad a espacios donde no llegábamos antes.

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