Luis Nava ya se encuentra en el penal de Castro Castro. (GEC)
Luis Nava

POR: MIGUEL RAMÍREZ / Periodista de investigación

El año 2009, cuando era jefe de la Unidad de Investigación del diario ‘El Comercio’, un amigo me contó que, entonces secretario personal de Alan García, me había difamado en una cena privada. Según esta amistad, Nava, ahora conocido como ‘Chalán’, había comentado que yo estaba vinculado a una familia que en ese momento era investigada por lavado de dinero.

Le pedí a mi amigo que me hiciera una reunión con Nava para que me explicara ese falso rumor que estaba difundiendo y aclararle que aquello no era cierto. El encuentro ocurrió una noche en el mismo Palacio de Gobierno, adonde –por indicaciones del mismo Nava– ingresamos sin registrarnos.

Nava era un tipo arrogante, agresivo y atarantador. Me esperó con una supuesta ‘nota de inteligencia’. Allí se decía que este columnista era propietario de departamentos en Miraflores, una camioneta Audi último modelo, una casa de playa y cuentas bancarias. Todo falso.

Fue una reunión tirante. Por momentos mi amigo tuvo que intervenir para calmar los ánimos, especialmente cuando le exigí a Nava que me mostrara alguna prueba o indicio de lo que afirmaba.
“¡Es una nota de inteligencia y algo de lo que se dice allí debe ser cierto!”, gritaba. Discutir con Nava era perder el tiempo. Cuando me despedí, le dije que el único hecho inobjetable es que él había estado preso por desfalcar a la Mutual Perú. Eso no era un cuento ni lo decía una nota de inteligencia.

¿Por qué Nava quería desprestigiarme? Meses antes, una fuente me había contado que Nava y su hijo José Antonio Nava Mendiola –alias ‘Bandido’, según Jorge Barata– se habían comprado dos costosos terrenos en la exclusiva playa el Golf, en el sur de Lima, y los habían construido en menos de lo que canta un gallo, en apenas dos meses.

Fuimos con un fotógrafo y logramos ubicar y fotografiar las dos espectaculares casas playeras. Pese a que tomamos todas las medidas de precaución, alguien avisó a Nava de la visita y la información que teníamos. Entonces empezó a regar la infamia contra mi persona para hacerla llegar hasta el propio diario donde trabajaba y a varios de mis colegas.

Según mi amigo, en aquella cena donde Nava me difamó ante todos los asistentes, estaba el doctor Mateo Castañeda Segovia, el primer fiscal coordinador de la Fiscalía Contra el Crimen Organizado. Todo un ‘símbolo’ de la lucha contra la delincuencia y la corrupción en ese momento.

¿Adivinen a quién defiende hoy el doctor Castañeda? ¡Al ‘Bandido’ José Antonio Nava, el hijo de Luis Nava Guibert!
El Caso Lava Jato también debe alcanzar a muchas autoridades que –pese a los indicios de enriquecimiento que existían del expresidente Alan García y su entorno íntimo como Luis Nava– encubrieron y archivaron las denuncias públicas. La verdad tarda, pero llega. Nos vemos el otro martes.

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