POR: MIGUEL RAMÍREZ / PERIODISTA DE INVESTIGACIÓN

“Diez y treinta de la mañana. ‘Bienvenidos al pueblo de Jehová’, ‘Israel congregación de Dios’, los lemas se leen a lo lejos. Un monte, un gentío, una fogata. Habíamos llegado. Mujeres y niñas vestidas cual vírgenes, hombres con barba y cabellos largos y una voz fuerte, autoritaria, se escuchaba a través de grandes parlantes. Era Ezequiel, el Compilador de la Ley de Dios, el Enviado del Señor para propagar el Evangelio, y a él nos dirigíamos”.

En abril de 1991 –¡hace 29 años!- las conocidas periodistas Cynthia Álvarez Calderón y Ana María Cavero, de la revista OIGA, participaron en una ceremonia que ofreció el mismísimo Ezequiel Ataucusi, fundador y líder póstumo del , partido que en las últimas elecciones dio el batacazo y logró colocar a 16 congresistas.

‘La Pascua de Ataucusi’ se celebró entre los cerros de Cieneguilla, en medio de cánticos, sacrificios de corderos y ritos religiosos.

Dos años antes, Ataucusi había formado esa organización política y ya contaba con cientos de fanáticos seguidores, que luego se convirtieron en miles.

El relato de las periodistas es impresionante: “Al mediodía era el Holocausto. Nos encaminamos a la Casa de la Oración. Casi al llegar, un hermano nos detuvo: ‘Expiación hermanas, expiación’. Sin entender de qué se trataba y sin poder evitarlo, un sacerdote levita arrojó sobre nuestras frentes sangre de cordero, como símbolo de pertenencia a su religión. ‘Esto las protegerá del mal, no teman’”.

Entonces se inició el rito. Un toro degollado ardía y siete corderos, que luego servirían para la cena, eran sacrificados. Los sacerdotes entraron en trance mientras otros fieles recitaban pasajes bíblicos a todo pulmón. Parecía una escena surrealista.

Ezequiel la tenía clara: quería ser presidente. ¿Qué hubiera hecho usted de llegar al poder?, le preguntaron las periodistas: “El país entero se hubiera sometido al agro. Así se hubiera solucionado el problema de la alimentación. Además, habría trabajo para la mayoría de gente y todos serían empresarios. Pero, lástima pues, Dios da barbas a quien no tiene quijada, eso puedo decir”.

Ezequiel nunca dejó de seguir predicando y captando adeptos que se fueron multiplicando en Lima y todo el país, sin que nadie se diera cuenta, incluso después de su muerte el año 2000.

Vladimiro Montesinos, el siniestro asesor del expresidente Alberto Fujimori, también tuvo en la mira al partido de Ataucusi. En 1995, sobornó a dos congresistas del FREPAP para que se pasaran al fujimorismo, pero no pudo con uno de ellos: Javier Noriega. En represalia lo empapeló acusándolo de asesinatos y violaciones. Todo era falso y Noriega fue absuelto.

Ahora un sector los demoniza, los tilda de ignorantes, sin respetar sus creencias. Dejemos que trabajen. “Hay señales en la dinámica del FREPAP que, en efecto, podrían ser hasta alentadoras”, dice el antropólogo Carlos Raez, que ha estudiado este fenómeno político religioso. Nos vemos el otro martes.

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