Muchos policías afrontan graves amenazas contra su vida, mientras que ciertos efectivos también actúan al margen de la ley.
Muchos policías afrontan graves amenazas contra su vida, mientras que ciertos efectivos también actúan al margen de la ley.

En estos días, compartimos con nuestras familias la Navidad y Año Nuevo. A miles de kilómetros de Lima, sin embargo, cientos de policías y militares están agazapados en sus trincheras, patrullando la peligrosa zona del Vraem, cuidando nuestras fronteras, cumpliendo con su deber.

En esas amenazantes colinas, donde los narcotraficantes y terroristas no descansan ni por estas fiestas, los efectivos no tienen WhatsApp, correo electrónico, menos Twitter, como para saludar a sus familias. Así de abnegada es su vida.

Entre ellos está mi amigo ‘Pedro’, un curtido policía que vio morir a su propio hermano en un combate con narcoterroristas en una Nochebuena de hace varios años.

También el mayor PNP Felipe Bazán, desaparecido en la sangrienta revuelta del ‘Baguazo’, donde murieron 24 policías y 9 nativos. La mayor tragedia policial, cuyos responsables políticos que fueron señalados (Alan García y su exministra Mercedes Aráoz, hoy con PPK) son candidatos y quieren volver a gobernar.

Hay, lamentablemente, también policías malos. La semana pasada fueron detenidos ¡29 policías en actividad!, cuando pretendían extorsionar a un empresario y por estar vinculados a una red de narcotraficantes.

Se trata de sucesos escandalosos, dignos de un capítulo de ‘Asuntos internos’, la famosa serie brasileña en donde un equipo policial investiga casos de corrupción y crímenes cometidos por los propios efectivos.

El primer caso sucedió en el distrito del Rímac. Doce agentes detuvieron en la puerta de su casa a José Luis Castro Moreno, un empresario dedicado a la recolección de metales. Lo metieron en un auto y le exigieron S/.20 mil. Si no aceptaba le sembrarían ‘ketes’ de pasta básica y lo acusarían de ‘microcomercializador’.

Lo hicieron llamar por teléfono a su esposa Cecilia Soto para que consiguiera el dinero. Cecilia se armó de valor. Llamó al Ministerio Público y en cuestión de minutos se montó una operación con la División de Secuestros y el ‘Escuadrón Verde’. Los malos policías desataron una balacera infernal, pero finalmente fueron detenidos.

El otro hecho ocurrió en Tacna. Un total de 17 agentes fueron detenidos, sindicados de pertenecer a una red de narcotraficantes. Todos ellos eran de la policía antidrogas, la encargada de reprimir ese delito.

Otra vez, como en ciertas oportunidades, ‘Constelación’ el equipo electrónico de la policía que realiza interceptaciones telefónicas legales fue el arma letal que descubrió a estos agentes corruptos.

Un comandante, un mayor y una teniente hacían sus acuerdos y transacciones con los narcotraficantes por teléfonos celulares, sin saber que eran escuchados y grabados.

En lo que va de este año, la Inspectoría del Ministerio del Interior ha recibido 360 denuncias contra efectivos, cuyos casos están en investigación.

La lucha contra la corrupción interna en la policía debe seguir siendo prioridad del Gobierno y del próximo que llegue. Solo así, la policía será respetada. Nos vemos el otro martes.

En estos días, compartimos con nuestras familias la Navidad y Año Nuevo. A miles de kilómetros de Lima, sin embargo, cientos de policías y militares están agazapados en sus trincheras, patrullando la peligrosa zona del Vraem, cuidando nuestras fronteras, cumpliendo con su deber.

En esas amenazantes colinas, donde los narcotraficantes y terroristas no descansan ni por estas fiestas, los efectivos no tienen WhatsApp, correo electrónico, menos Twitter, como para saludar a sus familias. Así de abnegada es su vida.

Entre ellos está mi amigo ‘Pedro’, un curtido policía que vio morir a su propio hermano en un combate con narcoterroristas en una Nochebuena de hace varios años.

También el mayor PNP Felipe Bazán, desaparecido en la sangrienta revuelta del ‘Baguazo’, donde murieron 24 policías y 9 nativos. La mayor tragedia policial, cuyos responsables políticos que fueron señalados (Alan García y su exministra Mercedes Aráoz, hoy con PPK) son candidatos y quieren volver a gobernar.

Hay, lamentablemente, también policías malos. La semana pasada fueron detenidos ¡29 policías en actividad!, cuando pretendían extorsionar a un empresario y por estar vinculados a una red de narcotraficantes.

Se trata de sucesos escandalosos, dignos de un capítulo de ‘Asuntos internos’, la famosa serie brasileña en donde un equipo policial investiga casos de corrupción y crímenes cometidos por los propios efectivos.

El primer caso sucedió en el distrito del Rímac. Doce agentes detuvieron en la puerta de su casa a José Luis Castro Moreno, un empresario dedicado a la recolección de metales. Lo metieron en un auto y le exigieron S/.20 mil. Si no aceptaba le sembrarían ‘ketes’ de pasta básica y lo acusarían de ‘microcomercializador’.

Lo hicieron llamar por teléfono a su esposa Cecilia Soto para que consiguiera el dinero. Cecilia se armó de valor. Llamó al Ministerio Público y en cuestión de minutos se montó una operación con la División de Secuestros y el ‘Escuadrón Verde’. Los malos policías desataron una balacera infernal, pero finalmente fueron detenidos.

El otro hecho ocurrió en Tacna. Un total de 17 agentes fueron detenidos, sindicados de pertenecer a una red de narcotraficantes. Todos ellos eran de la policía antidrogas, la encargada de reprimir ese delito.

Otra vez, como en ciertas oportunidades, ‘Constelación’ el equipo electrónico de la policía que realiza interceptaciones telefónicas legales fue el arma letal que descubrió a estos agentes corruptos.

Un comandante, un mayor y una teniente hacían sus acuerdos y transacciones con los narcotraficantes por teléfonos celulares, sin saber que eran escuchados y grabados.

En lo que va de este año, la Inspectoría del Ministerio del Interior ha recibido 360 denuncias contra efectivos, cuyos casos están en investigación.

La lucha contra la corrupción interna en la policía debe seguir siendo prioridad del Gobierno y del próximo que llegue. Solo así, la policía será respetada. Nos vemos el otro martes.

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