Marisol Estela Alva y Luis Estébes Rodríguez
Marisol Estela Alva y Luis Estébes Rodríguez

Mis amigos periodistas, el fotógrafo Gary y el gigantón ‘Barney’, llegaron al restaurante por su estofadito de pollo, arroz blanco graneadito y su jarrita con agua de carambola. "María, fuimos a buscar al legendario periodista de policiales ‘El Sonámbulo’, para que nos cuente otro de los casos criminales que han quedado sin castigo.

'Coleguitas, hoy recordaremos un asesinato terrible, el de la estudiante de Enfermería, de 25 años, quien había dejado su natal Cajamarca para buscar un mejor futuro, pero en Lima se convirtió en la protagonista del más cruento feminicidio: la estrangularon, quemaron con ácido, la colocaron en un cilindro y la cubrieron con cemento, e intentaron enterrarla en una fosa de tres metros en Villa El Salvador.

Este caso se descubrió de casualidad una madrugada de diciembre de 2018, en la avenida Pachacútec. Un vecino se percató de que cinco tipos con dejo venezolano llegaron con un montacarga al citado lugar. Se acercó a los desconocidos para preguntarles qué estaban haciendo, por temor a que estuvieran dejando residuos tóxicos.

Fue en ese momento que se percató del fétido olor que provenía de un cilindro. Encaró a los desconocidos y, al verse descubiertos, huyeron en una miniván. La policía y los moradores del lugar, después de más de tres horas, recién pudieron destapar el cilindro y en su interior encontraron el cuerpo de la estudiante.

Habían quemado con ácido su rostro, por lo que su identificación tardó varias horas. Una prima reveló que la víctima mantenía una relación de seis años con su enamorado, Luis Estebes, un suboficial del Ejército que trabajaba en el Pentagonito. La muchacha vivía en un cuartito con su hermana Rosmery, pero esta había viajado a Cajamarca.

La policía acudió a casa del militar en Villa María del Triunfo, sospechosamente cerca de donde fue encontrado el cadáver. Al consultar sobre su paradero, sus padres señalaron que estaba de comisión en el interior del país. Además informaron que Estebes y su padre sacaron un colchón de dos plazas y se lo llevaron en una miniván.

Los ‘sabuesos’ de Homicidios sospechan que tal vez ese colchón tendría evidencias de sangre de la infortunada muchacha. En la vivienda también funcionaba una panadería, donde –según la Policía– Marisol trabajó un tiempo y se supo que días antes del crimen hasta laboraban ahí diez venezolanos.

Todas las piezas encajaban, pero el principal sospechoso se hizo humo. Lo real es que se van a cumplir dos años de la muerte de Marisol y su presunto asesino se encuentra no habido y los padres desde Bambamarca reclaman su captura, porque un crimen tan horroroso no puede quedar impune'. Pucha, qué terrible caso, ojalá que la policía no se olvide de Marisol Estela. Me voy, cuídense.


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