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El Chato Matta llegó al restaurante por su tallarín saltado con carne de lomo adobada con sillao y su jarra con agua de cocona. “María, no me parece cuando algunas mujeres dicen en mancha que ‘todos los hombres son una basura’. Ahora se ve de todo. De hombres y mujeres.

MIRA ACÁ | Seño María: Ahorra y Progresa

La semana pasada me buscó un viejo amigo de mi barrio. ¡Era Juancito!, el chancón del barrio. ‘Chatito, qué gusto hermano, a los años’. Me contó que hace más de diez años vive en Brasil, donde es ejecutivo de una transnacional. No pude evitar recordar la tragedia que le tocó vivir hace años y en la cual yo tuve participación decisiva. Siendo un cerebrito de la Universidad Nacional de Ingeniería, se fijó en Marilú, la ‘vedette’ del barrio. Ella lo atrapó como una araña a la mosca en su telaraña.

El chico se había pasado toda su adolescencia con sus libros de matemáticas y no tenía nada de calle. Ya había acabado la universidad con honores y se iniciaba en una gran empresa. Pero las viejas vecinas comentaban que la muy bandida de Marilú se veía por lo bajo con ‘Pepe Cortisona’, el galán de la cuadra, un bigotón altanero y mala leche, igualito al rival de ‘Condorito’, de ahí su chapa. Pese a que muchos le advirtieron a Juancito, este estaba nublado. Fuimos al matrimonio, pero sabíamos que eso iba a fracasar y nuestro amigo iba a llevar la peor parte. Cada vez que Juancito viajaba al extranjero o provincias se le veía a Marilú en salsódromos de La Victoria o saliendo de hoteles.

Su mamá la alcahueteaba y se quedaba con los dos hijos. El gran problema era que nuestro amigo, a pesar de todo lo que le decían, seguía enamorado de Marilú. Una vez llegó a medianoche a mi casa. ‘Chato -mi amigo lloraba de rabia-, Marilú se ha ido a Huancayo con el maldito de ‘Cortisona’ y se ha llevado a mis hijos’.

Así fue que en plena lluvia mi ‘bolocho’ avanzó por la Carretera Central con Juancito poniendo la música del gran Lucho Barrios: ‘Me engañas mujer/con el mejor de mis amigos que fue/como mi hermano con el que te encontré/y a los dos perdonéee’. El roncito lo ponía más melancólico y llorón. Mi amigo, lamentablemente, había refugiado su dolor en el alcohol. Juancito era un hombre bueno y no merecía esa mujer. Felizmente en Huancayo estaba mi ‘pata’, el alférez Espinoza, y al saber el caso intervinieron el hotel donde estaba la pareja con los bebés.

Le dio pena encarcelar a una madre con sus hijos y no la acusaron de ‘secuestro’, pero ‘Cortisona’ se quedó ‘guardado’ quince días en un calabozo sin frazada, para que escarmiente por ‘partidor’. En esos tiempos no ‘te mandaban ‘la moto’ para tumbarse al ‘serruchador’. Después fui testigo del divorcio. A Juancito le dieron la custodia de las hijas justo cuando le salió un gran trabajo en Brasil como gerente y se fue con las niñas. ‘Chato, ya le demostré al juez que mejor calidad de vida van a llevar en Brasil conmigo y mi nueva pareja. Yo estoy casado con una ingeniera que es un amor y cria a mis hijas como si fuera su propia madre.

Pero imagínate amigo, Marilú me llamó para pedirme otra oportunidad, todo porque ‘Cortisona’, su amante, terminó en la cárcel por estafador’”. Pucha, qué tal historia. Un hombre bueno como Juancitio merecía tener una buena mujer y gran familia. Se demoró y sufrió, pero al final logró la felicidad. Me voy, cuídense.

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