Pancholón cuenta sus aventuras al Chato Matta
Pancholón cuenta sus aventuras al Chato Matta

Mi amigo, el Chato Matta, me escribió por Facebook. “María, el viernes Pancholón me hizo una llamada por Face Time y estaba movidazo. ‘Chatito, estoy encerrado en mi casa ‘curando’ mis penas. Me dijo, tú eres mi hermano y a ti te cuento todo. Al toque se puso a cantar uno de sus temas preferidos de Josimar. ‘Yoooo, soy un vagabundo/ que anda por el mundo, derrochando amor/ yoooo, soy un mujeriego, pobre, muy sincero, con el corazón/ me gusta la farra y las mujeres buenas/ vivir con amigos, vaciando botellas/ me gusta la vida, me encanta el amor/soy aventurero con el corazón. Y a mí me gusta la parranda, a mí me gustan las mujeres...’.

Causa, nunca voy a cambiar, para un devorador y cazador como yo, la noche es mi espacio ideal. La tramposería en mí es algo genético, la heredé de los testículos de mi viejito. De chiquillo perdí mi virginidad cuando una prima mayor que trabajaba en mi casa abusó de mí. Me volví ‘podrido’. ‘Prefiero estar contigo -me dijo mi prima-, porque tu papá ‘Mazamorra’ es muy mañoso y se quiere meter todas las noches a mi cuarto’.

Desde ese día me gustó la calle, la noche, el olor a perfume y tinte barato. Me enfermé de sexo. Una vez en el colegio me suspendieron porque llevé revistas porno y las alquilé a mis amigos. He tenido amores, pero pocas dejaron huellas. Una de ellas fue Marita, que era novia de un milico. De lunes a viernes vivíamos una relación prohibida. Los fines de semana se paseaba con su oficial. Cuando su novio se fue a Argentina para un curso, nos íbamos a La Posada. Salíamos con mis amigos abogados y todos me querían ‘partir’, pero se iban de cara. Los ‘mala leche’ le decían ‘tú eres guapa, ¿qué haces con ese gordito?’ Pero algo mío la atrapó. Sin embargo, le destrocé la vida porque nunca puedo estar con una sola mujer. Le saqué la vuelta con su mejor amiga. Marita nunca me perdonó y se metió con el ‘Rey de los choclos’, que tenía plata y siempre babeaba por ella. A los meses salió embarazada y se casó. Sus amigas me decían que seguía enamorada de mí y que lo hacía por despecho.

El asunto es que la volví a ver. Tenía un bebito. Me dijo que estaba separada de su marido y una de las razones era que el comerciante era tan monse cuando hacía el amor que no duraba ni tres minutos y se quedaba dormido. Volvimos a demoler hoteles con furia. Disfrutamos tanto del sexo que, a veces, subía el cuartelero porque Marita hacía mucha bulla. Una noche se puso a llorar en mi hombro: ‘Panchito, los hombres siempre me han tratado mal. Tengo miedo de volver a sufrir, siempre te amé y me trataste como a una de tus mujerzuelas con las que sales’. Solo me reí. Esa noche era la despedida, así que me esforcé en dejar bien a los varones. Un poco más y salgo en hombros de La Posada”. Pucha, ese señor Pancholón se pasa de mujeriego, pero cuando sea viejo va a sufrir porque ninguna de esas mujeres lo ama de verdad. Solo están a su lado por su dinero y camioneta. Me voy, cuídense.

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