Mi amigo Gary llegó por sus tallarines verdes, su queso parmesano ralladito y su bistec apanado encima, todo con su jarra de emoliente. “María, mañana es el tercer domingo de agosto y en el Perú se celebra el Día del Niño. Dicen que ‘la niñez es la etapa más ’. Y es cierto, pues ese periodo es elemental en el desarrollo de sus capacidades físicas, emotivas e intelectuales, pero también es el ciclo más vulnerable en su crecimiento. Los orígenes de esta celebración se remontan a los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, cuando la Cruz Roja, la organización Save the Children y otras organizaciones empezaron a expresar su preocupación por los infantes. En 1956, la Organización de las Naciones Unidas recomendó instituir en todos los países el Día Universal del Niño para reafirmar los derechos de la niñez y consagrar la unión y fraternidad mediante actividades de integración entre los pequeños. Lamentablemente, poco se ha avanzado en la protección de los niños y el respeto de sus derechos. Según las últimas encuestas, aproximadamente el 70 % de los niños y niñas sufrió alguna vez violencia física o psicológica en sus hogares. Irónicamente, los autores de esta violencia contra los niños son personas que ellos conocen y en las que deberían confiar, como padres, familiares, compañeros de aula y amiguitos.

Los maltratos psicológicos más frecuentes contra los niños son los insultos, lisuras, humillación, uso de apodos, prohibición de jugar con los amigos, burlas y amenazas. Y en la violencia física también están los golpes con objetos (correa, soga y palo), los jalones de cabello u orejas, las cachetadas o nalgadas, las patadas, mordidas y puñetazos, como ocurre en el bullying. Pero también es maltrato la indiferencia y el abandono por parte de los padres, que se puede dar incluso cuando ellos están en casa, pero ausentes, escarbando como ‘topos’ en sus redes sociales o hundidos en sus problemas de pareja, en esas relaciones tóxicas que convierten a los hijos a sus principales víctimas. Los padres debemos entender que la mejor educación se da con el ejemplo y somos nosotros los llamados a darlo con nuestros actos, con muestras de amor, respeto y consideración para nuestros hijos. Esa enseñanza debe empezar por valores como la amistad, honestidad, responsabilidad, igualdad, integración y pertenencia. Oscar Wilde decía: ‘El mejor medio para hacer buenos a los niños, es hacerlos felices’. Gran verdad”.
Gary tiene razón. Qué hermoso es ver sonreír a un niño. Me voy, cuídense.

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