Mi amigo, el fotógrafo Gary, sale todos los días a trabajar en medio de la emergencia por el coronavirus y me cuenta cómo ve la evolución de la crisis.

“María, ya estoy extrañando ese lomo saltado, seco de cabrito con frejoles y tallarines rojos con papa a la huancaína, entre otros potajes, que de solo pensarlos se me hace agua la boca. Hasta que pase la cuarentena no podrás abrir tu restaurante, así que tendré que comer en casa o en el diario. Vamos por el quinto día de cuarentena y muchos recién se dan cuenta de la gravedad del problema. El primer caso en el Perú, del llamado ‘paciente cero’, se dio el viernes 6 de marzo. En los días siguientes no hubo muchos contagiados, pero a la semana las cifras empezaron a subir hasta llegar a niveles alarmantes. Solo en un día, del miércoles a ayer, los casos subieron de 145 a 234. Es decir, ¡89 casos en solo 24 horas!

Tal es la gravedad que ya ingresamos a la ‘Fase 3’, la que se caracteriza por el ‘contagio comunitario’. Es decir, cuando el virus se transmite entre grupos como los juergueros que fueron a las discotecas, los peloteros que jugaron pichanguita en algunos barrios y las personas que tienen contacto con grupos numerosos. Es urgente que todos pongamos nuestro granito de arena para derrotar a la pandemia, quedándonos en casa, lavándonos las manos y cuidando a nuestros niños y ancianos, que son los más vulnerables.Lo que quería destacar es las muestras solidaridad que ya están aflorando tanto en Lima como en el interior del país.

En las redes sociales se difunden videos donde se ve a vecinos de zonas residenciales, pero también de zonas populosas, acercándose a policías para ofrecerles botellas de agua, mascarillas o sándwiches con un vasito de refresco. En las noches, en casi todos los condominios de Jesús María, Lince, Miraflores, San Isidro, Los Olivos, Breña y otros distritos, las personas salen a sus balcones o se asoman a sus ventanas para aplaudir la labor de las enfermeras, médicos, policías, serenos y demás profesionales que, arriesgando sus vidas, tienen que salir a trabajar con el peligro de contraer la enfermedad.

Estas muestras de humanidad, que son dignas de elogio y nos dan una esperanza, me hacen recordad a las épocas del fenómeno de El Niño, la peste del cólera y otras tragedias, cuando los mejores sentimientos de los peruanos se pusieron de manifiesto. Eso demuestra que aún hay gente buena, que se preocupa por el prójimo y que une sus fuerzas para ayudar a quienes lo necesitan. Justamente, para salir de esta crisis sanitaria es necesaria la participación de todos. ¡Sí se puede!”. Tiene razón, mi amigo Gary. Me voy, cuídense.

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