Este Búho tomaba desayuno ayer con un amigo analista político y me decía: ‘y podían librarla por la acusación de recibir dinero para sus campañas del 2006 y 2011, pero veo bien difícil que la libren de la nueva investigación del fiscal Juárez Atoche, que los sindica de haber recibido entre 16 y 18 millones de dólares del Club de la Construcción’. El problemón para la exprimera dama es que sus principales acusadores son dos colaboradores eficaces que habrían participado directamente en estos actos ilícitos. Además del testimonio de José Pinheiro, expresidente de OAS, que también la hunde.

Según el ‘colaborador eficaz estrella’ de la Fiscalía, era José ‘Pepe’ Paredes, hermano del exministro Carlos Paredes, quien entregaba las coimas de las constructoras a Ollanta, en Palacio de Gobierno. La primera entrega fue de 500 mil dólares en un maletín, el 23 de noviembre del 2012. La pregunta es: ‘¿Cómo el colaborador eficaz sabe con tanta exactitud cantidades, lugares, montos y fechas, si eran encuentros entre dos, Ollanta y Paredes, o a lo más tres, contando a Nadine? Algunos sostienen que sería el mismísimo Paredes quien estaría ‘echando’ a la expareja presidencial para obtener algún beneficio y atenuar su pena. Si esto es cierto, entonces ambos estarían literalmente con la soga al cuello, tal como lo está Alejandro Toledo con los testimonios de Josef Maiman y como lo estuvo Alan García con las declaraciones de Miguel Atala.

Lo cierto es que la exprimera dama, que durante el gobierno de su esposo se presentaba tan locuaz, obligaba renunciar a vicepresidentes, premieres, manipulaba las decisiones de la bancada nacionalista y hasta metía sus narices en los asuntos de Cancillería, haciendo nombrar a una obstetriz amigota suya como embajadora de Peru en Francia (para vergüenza del cuerpo diplomático), en la actualidad se ha mantenido calladita. Con este sería su tercer proceso. Por uno de ellos, el fiscal ya presentó acusación y pide 26 años de prisión para ‘la jefa’.

Es más bien Ollanta quien ha salido a los medios a protestar de manera bravucona contra la nueva investigación a su esposa. Pero con ‘pechadas’ a fiscales no va a desbaratar el testimonio del colaborador eficaz que es demoledor. Sostiene que Paredes recibió 20 entregas de dinero del Club de la Construcción entre el 2011 y 2014, por un monto de hasta 18 millones de dólares para entregarlas al presidente. Según la declaración, este ingresaba por una puerta trasera de Palacio y no firmaba el libro de visitas. Recuerden que este personaje era viejo amigo de Ollanta desde los tiempos en que ambos fueron compañeros en el Ejército.

También contó que en algunas oportunidades, luego de entregar el dinero, se iban en el auto presidencial a la casa de Surco del jefe de Estado y que cuando salía a recibirlos Nadine, Ollanta le entregaba el maletín con la plata a ella. A estos testimonios se suman lo de los empresarios implicados y acogidos al proceso de colaboración eficaz, como los de Graña y Montero, que corroboran estas versiones y hunden aún más a Humala y Heredia.

Este columnista, ante este tremendo destape de presunta corrupción en las más altas esferas, se vio obligado a releer el libro de Marco Sifuentes ‘H & H. Escenas de la vida conyugal de Ollanta Humala y Nadine Heredia’. En la foto de portada están sentados ambos en un set de TV. Allí se ve cómo Nadine observa a su esposo fijamente, con mirada penetrante. De esas miradas que matan o se comunican por telepatía para dictar una orden.

Ollanta, según el libro, es un conspicuo miembro de esa oficialidad de ‘pisados’ de los que tanto se ufanan las esposas de los engalonados: ‘En el cuartel mandan ellos, en casa, nosotras’. A lo largo de sus más de trescientas páginas, es Nadine el hilo conductor de esta alucinante historia forjada por dos familias llegadas a Lima de remotos pueblos ayacuchanos: los Heredia y los Humala, entrelazadas por esos intrincados parentescos serranos cuyos dos de sus descendientes se encontrarían en la capital, concretamente en la casa de Surco de Nadine, de 19 años, estudiante de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Lima, y un militar al que la madre de la joven se lo presenta como ‘su sobrino’, Ollanta, de 33 años. Se enamoraron, se casaron, integraron un movimiento político y en un segundo intento llegaron a Palacio de Gobierno. Pero el aluvión de la corrupción los parece arrastrar como a sus antecesores Alejandro Toledo y Alan García, y a su predecesor PPK. Apago el televisor.


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