Este Búho cumple responsablemente la cuarentena dispuesta por el Gobierno para hacer frente a ese virus desgraciado que ya cobró 274 vidas y dejó casi 12 mil 500 contagiados. Llegó la temida ‘fase cuatro’ y ya es imposible ‘mapear y controlar’ al portador y a los infectados. Los mercados se desbordan de pobladores que no acatan el ‘aislamento social obligatorio’ (el metro de distancia entre persona y persona). Solo queda que el Comando Central en esta guerra proceda a volcar todos sus esfuerzos en tratar de dotar de equipos de respiración mécanica a las salas de ‘cuidados intensivos’, pero, sobre todo, de ‘equipos humanitarios para recoger cadáveres’. Así está la situación de dramática. Aquí una radiografía de lo que se nos viene.

MARTÍN VIZCARRA: El mandatario, ante la terrible situación que irremediablemente va a llegar, literalmente, ‘tiró la toalla’ y prefirió hablar de un viejito de 90 años que logró vencer a la enfermedad. Es un mensaje desesperado a lo Winston Churchill, el premier británico que salvó a Inglaterra de la invasión nazi, quien afirmó: ‘Ofrezco sangre, sudor y lagrimas’. Vizcarra ayer habló de algo totalmente nuevo, por un momento se olvidó de la pandemia terrible y dramáticamente actual, para vislumbrar un futuro. ¿Pueden pensar los millones de peruanos enclaustrados, sin soles en el bolsillo para comer, en el futuro? Por supuesto que no. Pero al presidente, que hizo todo lo posible por evitar la hecatombe como se vivió en Italia, España o aquí cerquita en Guayaquil (Ecuador), no lo respaldó una gruesa ciudadanía que prefirió desafiar a la pandemia por un sinfín de razones, las que contribuyeron a que se llegue a la ‘fase cuatro’. Cuando dijo que no eran más importantes las inversiones, sino la calidad de vida de la población y que las torres de la Villa Panamericana se convertirían en un gran complejo hospitalario, me di cuenta de que el presidente vuelve a pensar como político y hasta ‘candidato a posteriori’, para dejar la posta a los ministros de Salud y de Defensa en la próxima gran etapa, quienes harían de ‘enterradores’.

TODOS SOMOS IGUALES: Este columnista vio por TV los dramáticos llamados de peruanos varados en Estados Unidos, Cancún, República Dominicana, España. La mayoría turistas o estudiantes. Al final, como debía de ser, el Gobierno mandó aviones para repatriarlos y ponerlos en cuarentena en cómodos hoteles miraflorinos. Lo que no sabíamos es que también ¡¡en Lima!! había huancavelicanos, cerreños y huancaínos que se quedaron varados el la capital. Comerciantes de hierbas, pacientes de hospitales con sus hijos. A ellos ningún canal los entrevistó y permanecieron abandonados hasta que se rebelaron e intentaron irse a sus pueblos a pie en una ‘procesión’ transgrediendo todos los protocolos contra el virus. Recién allí, el Gobierno se ‘puso las pilas’, pero no los alojaron en hoteles, sino en carpas, en el estadio de Matucana y se fueron en buses con timón cambiado. Paradojas del país.

COMANDO DE CADÁVERES: En el Consejo de Ministros fue ardua la discusión, ya no sobre cómo parar los contagios, sino qué se iba a hacer cuando los muertos, por ejemplo de pobladores de los cerros de Collique, Comas, Villa María, San Juan de Lurigancho o Puente Piedra, mueran por el virus. Allí donde no ingresa una ambulancia y están a más de dos kilómetros de la pista. Por eso, un ministro de mucha influencia en Vizcarra sugirió que el titular de Salud anunciara la creación del ‘comando humanitario para recoger cadáveres’. Y este lo hizo. No fue un anuncio para ‘asustar’ a la población que sigue ‘saliendo a las calles como loca’. No, fue un anuncio real. El mismo alcalde de La Victoria, George Forsyth, reveló que el ministro de Defensa le encargó ser el responsable de suministrar las miles de bolsas para los futuros cadáveres. “Las van a fabricar en Gamarra”, reconoció el burgomaestre, sin imaginar que sus declaraciones traerán cola.

Apago el televisor.

Contenido sugerido

Contenido GEC