Este Búho comentaba que de niño disfrutó la Navidad. Viví noches maravillosas en la entrañable Unidad Vecinal Mirones y hoy la gozo con mi hija, que es una adolescente, y mi pequeño que ya le pega fuerte al balón. Pese a la incertidumbre que genera este desastroso gobierno de Pedro Castillo, los peruanos adoramos estas fiestas porque nos permiten estar junto a la familia, lo más importante. Creo que desde niño ya estaría marcado que iba a ser periodista, me gustaba leer y ver series de televisión. Varias de ellas se quedaron en mi mente. Aunque no lo crean, hasta en un filme de gánsteres puede estar presente la Navidad. En ‘El padrino’, de Francis Ford Coppola, hay una escena impresionante. La ciudad de Nueva York está cubierta de nieve. Es Navidad y el hijo del Don, Michael (Al Pacino), ha pasado la noche en un hotel con su novia Kay (Diane Keaton) y recorre la Quinta Avenida comprando regalos para llevar a la casa de su padre. Luego de salir de un cine, Kay se queda mirando fijamente un quiosco de periódicos y ve en la portada de un diario vespertino un tremendo titular: ¡Vito Corleone, jefe del hampa, habría sido asesinado! y de fondo se escucha el clásico tema navideño de Bing Crosby ‘Santa Claus is coming to town’, el que cantaba el tío Johnny y a quien los militares izquierdistas lo amenazaron porque prohibieron la ‘influencia imperialista’. En estas fechas siempre recomiendo el clásico ‘Qué bello es vivir’ (1946), de Frank Capra, con el gran James Stewart, y cualquier versión de ‘Una canción de Navidad’.

MIRA: La Navidad de El Búho (II)

El gran escritor inglés Charles Dickens en esos cuentos de niños tuvo la valentía para mostrar todas las injusticias y la explotación en la era victoriana. Y para los que gustan de la adrenalina, deberían buscar una clásica de los ochenta: ‘Gremlins’, de Joe Dante. Detrás de la invasión de esos siniestros monstruitos en Navidad, se encierra la triste historia de la novia del protagonista, quien odiaba con todas sus fuerzas la fiesta. Este columnista cree que esta fecha es buena para, al menos en esta ocasión (lo que no debería ser), tratar de dejar de pensar en uno mismo y hacerlo en los demás. El mejor presente de Navidad no es tener la casa llena de regalos, pavo o chancho. Hay muchos hogares donde sobra el dinero y escasea el amor. Hay padres separados, que ni en Nochebuena evitan el odio que tienen a sus exparejas y los que pagan los ‘platos rotos’ son los hijos, a los que ni van a saludarlos. Hay hogares humildes en los que, sin pavo ni panetón de marca, se vive una verdadera Navidad, porque hay amor entre padres e hijos y un juguete de plástico o un cuartito de pollo es suficiente para pasar una Nochebuena inolvidable. Porque lo mejor que le puede pasar a un niño es tener una linda Navidad rodeado del amor de sus seres queridos. Eso no se olvida. Queda marcado para siempre. Se los dice este columnista que, con sus tremendos ojazos, ha visto pasar tantas fiestas y sigue pensando que los milagros existen. Apago el televisor.

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