Este Búho creyó que este año, por fin, el japonés Haruki Murakami sería el ganador del Premio Nobel de Literatura. Pero nuevamente le toca esperar, pues la Academia sueca se lo concedió al novelista tanzano Abdulrazak Gurnak. Las casas de apuestas siempre lo tienen como favorito. Incluso, hasta hace algunos años se le llamaba de manera burlona el ‘Leonardo DiCaprio de la Literatura’.

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Pero el actor norteamericano ya ganó un Oscar, por lo que el apelativo hoy no tiene mucho sentido. Para este columnista, el nipón es un escritor indispensable, necesario y a quien un buen amante de las letras debe conocer necesariamente. Sus obras están cargadas de personajes sórdidos, trastocados, ensombrecidos por problemas mentales, que caminan por un Japón vanguardista, con sus luces de neón y su despuntada modernidad.

Con The Beatles, Pink Floyd o The Ramones de fondo. Por eso mismo, muchos de sus grandes detractores lo han sepultado y criticado, porque no obedece a la tradición oriental. Su literatura disrumpe en un país que intenta perpetuar en su arte las costumbres milenarias. En cambio, en sus textos hay mucho romance tóxico, mucha sangre, mucho sexo, mucha profundidad en el alma de sus personajes.

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Parece contradictorio que un novelista como él se dedique a esos temas salvajes, pues se trata de un hombre muy disciplinado, que inicia su labor de creación a las 4 de la mañana y no para hasta las 9. Escribe la misma cantidad de páginas cada día. Después, religiosamente, sale a correr, porque es un fondista profesional. Ha ganado algunas maratones y, al respecto, escribió uno de los libros más inspiradores sobre este deporte: ‘De qué hablamos cuando hablamos de correr’.

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Muchos amigos a quienes recomendé este libro, al terminarlo, me confesaron: “Leí la última página y sin darme cuenta ya me estaba amarrando los pasadores de las zapatillas para salir a correr”.

‘TOKIO BLUES’

Melómano como ninguno, su archivo personal consta de 10 mil CD de jazz. Dijo en las pocas entrevistas que concede: “Imagino que el teclado del ordenador es un piano e improviso sobre él”. Una de las características de sus libros es que siempre están repletos de exquisitas referencias musicales. “La música siempre fue muy importante en mi vida, la música es mi primer amor. La literatura es el segundo. Amo la música desde que soy un adolescente. Fui el propietario de un club de jazz. Nunca pensé en ser escritor, pero a los 29 años, de pronto, decidí cerrar el bar y dedicarme a la literatura”, explicó. Su libro más celebrado es ‘Tokio Blues’, sin duda. También es uno de los más vendidos en la historia.

Esta obra maestra aborda temas tan sensibles como oscuros. El amor, la juventud japonesa, el suicidio, la soledad. La historia transcurre desde la mirada de Toru Watanabe, quien deja atrás su vida en Japón para iniciar una nueva en Alemania. Mientras el avión aterriza, en sus auriculares va sonando ‘Norwegian Wood’, de The Beatles; entonces recordará esa vieja vida que vivió en el ‘país del sol naciente’.

Una vida intensa, marcada por el romance y la tragedia. Recordará el suicidio de su mejor amigo Kizuki, sus amoríos con la difícil Naoko y la bella Midori. Episodios que a su corta edad marcaron su existencia. Murakami explicó que ‘Tokio Blues’ no es una autobiografía, pero que sí está escrita en honor a varios de sus amigos de juventud que terminaron suicidándose.

“Escribí ‘Tokio Blues’ para recordar a esas personas que murieron”, dijo. ‘Tokio Blues’ es la puerta de entrada al universo de este autor. Luego podría recomendarles ‘Kafka en la orilla’ o ‘Crónica del pájaro que da cuerda al mundo’. Algunos de sus libros también transitan lo onírico, lo surrealista. Ha abordado el ensayo, con una publicación conmovedora: ‘Después del terremoto’, para la que entrevistó a 70 japoneses que padecieron el terrible sismo que azotó la ciudad de Kobe en 1995.

MARIO VARGAS LLOSA

Sus obras normalmente se convierten en bestsellers y son traducidas a decenas de idiomas. Algunas fueron llevadas a la pantalla grande con mucho éxito. Es hincha de la serie ‘Lost’, por eso se compró la casa en Hawái donde fue grabada. Su público generalmente son jovencitos. Pero así como tiene millones y millones de seguidores alrededor del mundo, se ha ganado detractores. Algunos de la talla de quien desprecia su literatura por considerarla light.

“No me gusta, me parece frívolo. Me parece que la civilización del espectáculo tiene en él a un gran representante, con un gran oficio, con una gran destreza. Me parece profundamente superficial. No me parece un gran escritor”, sentenció el peruano.

Sin embargo, cada año suena como favorito al premio Nobel de Literatura, por eso encabeza las listas en las casas de apuestas. No haber recibido el galardón sueco no le preocupa. “La Academia no publica finalistas. Son especulaciones de los editores y no me interesan. Escribir es como el aire para mí. Disfruto del puro placer y la alegría de escribir; ese es el propósito de mi vida. Soy feliz con eso. Lo demás no es tan importante”, afirmó. Apago el televisor.

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