No me sorprendió en lo absoluto, pues la defunción del anterior, Vicente Zeballos, ya era desde un par de meses atrás un libro de Gabriel García Márquez: ‘Crónica de una muerte anunciada’.

Coincido con los analistas que sostienen que era necesario adelantar los cambios. ¿Qué querían? ¿Que haga la del ‘Tigre’ Gareca en la primera etapa de las Eliminatorias, donde perdíamos porque se demoraba en hacer los cambios? El 28 ya no habrá desfile, ni Parada Militar, ni feriado, ni circos, porque no hay nada que celebrar si esta maldita pandemia se ha llevado a más de 12 mil peruanos, como dicen las cifras del Ministerio de Salud. O peor aún a 20, 30, hasta 40 mil fallecidos como arrojan estadísticas independientes.

Entonces, ¿por qué esperar que un Congreso angurriento se ‘almuerce’ a un premier Zeballos que se asemejaba a un ‘dead man walking’ (muerto caminando), al igual que varios ministros salientes? Este columnista considera oportuno el urgente recambio. Escribí que: ‘Se vienen tiempos recios en este último año de gobierno y el nuevo premier no solo es un abogado, sino un político recorrido y de batalla’. Pero me faltó poner que, sobre todo, es un demócrata. Su misión, en primer lugar, es manejar un gabinete que enfrente ‘con todo’, sin sesgos absurdamente ideológicos, a la diabólica pandemia. Con un gabinete afiatado y coordinado, y sin que cada uno se dispare por su lado o permanezcan ‘por la sombrita’ ante la catástrofe. En segundo lugar, que busque consensos con los grupos políticos, como que ya inauguró la ‘mesa de diálogo’ con el presidente del Congreso. Y tercero, que ponga ‘quinta’ a la hora de impulsar la reactivación económica en su tercera fase, sin trabas burocráticas estatales, las que él aborrece debido a su posición liberal.

Pese a ello, como decía mi abuelita Raquel: ‘La carne sale con hueso’. Pienso que Cateriano ha cometido un error en la elección de su ministro de Trabajo: Martín Ruggiero, un abogado de 32 años. El premier defendió su nombramiento y afirmó que ‘no se estudia para ser ministro’, en respuesta a las críticas por su nula experiencia en la función pública. Y hasta lo comparó con la joven ministra de Economía, María Antonieta Alva.

Pero lo que no dijo es que la economista forjó la totalidad de su carrera en el sector público, mientras que el ministro de Trabajo, a esa edad, ya es ‘asociado’ del estudio privado de abogados ‘Payet Rey’, que lleva casos de las más poderosas empresas del país y el extranjero, como Odebrecht. ¡¡Por favor!! Estamos en la coyuntura más dramática para los trabajadores del país, pues la epidemia arrasó con las empresas y los empleos.

Si resucitara Alfonso Grados Bertorini -recordado ministro de Trabajo en 1980 con Fernando Belaunde- sería el hombre indicado. En pocos ministerios se requiere tanta experiencia y ‘muñeca’como en ese. Nunca podrá ejercerlo un tecnócrata que no pisó la calle, ni un jovencito que solo vio a los trabajadores del bando contrario al suyo en un tribunal.

Y no menciono las críticas a los supuestos ‘chats’ donde Ruggiero se expresa de manera racista de los peruanos de la sierra, porque no está confirmada su autenticidad. Pero sí me parece gravísimo que la Presidencia del Consejo de Ministros haya borrado del currículum del flamante funcionario no solo la categoría de sus estudios en Madrid, sino su paso por el estudio Payet. Pienso que todo está tan turbio, para desconfiar, que por el bien de su gestión el nuevo premier debería cambiarlo inmediatamente y darle las gracias por sus servicios no prestados.

Apago el televisor.

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