'La Chica Dinamita' y 'Django'.
'La Chica Dinamita' y 'Django'.

Este Búho comprueba con extrema preocupación los niveles de violencia que se viven en las calles. Asaltos, robos, extorsiones, violaciones y feminicidios son el pan de cada día en nuestra sociedad. Hace poco un reconocido psiquiatra alertó que los peruanos cada vez somos más violentos y ello se debe, en gran parte, a la descomposición de la familia y los hogares donde hay peleas, alcohol, drogas y carencia de valores. ‘En hogares bien constituidos no hay psicópatas’, aseguró. Más claro ni el agua.

Leo en el diario que una mujer de unos 45 años entra a un conocido banco del Real Plaza de Villa María del Triunfo con una casaca llena de explosivos. Se los enseña a la cajera y exige que le entreguen todo el dinero, sino ‘los haré explotar’. Se fue caminando con 20 mil soles. Increíble.

Ingreso al túnel del tiempo. El apelativo ‘Chica Dinamita’ de inmediato lo asocio con ‘Django’. Curiosamente, después de transitar a finales de los setenta e inicios de los ochenta a través de lluvias de balas, atrapado y confinado en penales de los que se fugaba también en medio de ráfagas asesinas, llegó al nuevo milenio ya tío y recorriendo la calle no con una pistola, sino con una Biblia, y lo único que intenta robar a los transeúntes, o en colegios e instituciones, son algunos minutos de su tiempo para predicar la palabra de Dios.

Así como Clint Eastwood en el legendario filme ‘El jinete pálido’ (1985), donde hacía de asesino redimido y convertido en predicador, Oswaldo Gonzales Morales, ‘Django’, también es un prontuariado asaltante de bancos -porque jura que nunca mató a nadie- convertido en pastor evangélico.

Nació en Cajamarca, en el pueblito de Sitacocha, pero a los ocho años quedó huérfano y una tía se lo llevó al Callao. Allí, en los años sesenta, aprendió rápido a robar fruta en el mercado, también pasteles y, a los 18, un auto. No había terminado el colegio, pero no importaba. Con robar un banco tenía para vivir como rey algunos meses. Formó su banda con su mejor amigo, Carlos Dávila, ‘Pistolita’.

Admiraba de su amigo no solo su sangre fría y su arrojo a la hora de los asaltos, sino también a su novia, una bellísima chiquilla de ojos verdes de solo catorce años. Maritza Rodríguez se llamaba y cursaba el tercero de media. ‘Pistolita’, mayor que ella, la enamoró con regalos, vestidos, zapatillas y plata para que ayude en su casa.

Cuando fue a pedir permiso para convivir con la adolescente, la madre le dijo: ‘Te la llevas, pero me pagas todo junto las mensualidades de un año de colegio’. La vieja prácticamente la vendió. ‘Django’ y ‘Pistolita’ daban golpes, le dejaban el dinero a Maritza Rodríguez y desaparecían un tiempo. Pero tras un atraco, a la casa de Maritza no llegó ‘Pistolita’, solo ‘Django’.

“A mi amigo lo acribillaron y murió en el acto. Cuando fui a contarle a Maritza lo que le pasó a su marido, me rogó que la llevara conmigo”, dijo. Juntos conformarían una pareja de leyenda criminal mismos ‘Bonnie y Clyde’, pero de Los Barracones. La prensa los apodó ‘Django y la Chica Dinamita’.

Maritza exigió a su amante participar en los robos. Ella ingresaba portando un cartucho de dinamita en la mano y amenazaba con encenderlo para hacer volar a todos. Las cajas fuertes se abrían al instante. El asaltante se hizo célebre porque no había cárcel que se le resistiera. Participó en la sangrienta fuga del penal de Lurigancho junto a los temibles ‘Doce del Patíbulo’, con ‘Oso Taype’, ‘Loco Vicharra’, ‘Perro rabioso’, ‘Loco Aldo’, ‘Flaco Larry’, ‘Cisco’ y Chancho’. De todos ellos, solo Aldo, Taype y ‘Django’ fueron recapturados con vida, los otros murieron en su ley.

“Pasé 42 años de mi vida en prisiones, en ‘El Frontón’, ‘Lurigancho’, ‘El Sexto’, ‘Castro Castro’ y los gélidos de La Oroya, Lampa y Huancavelica. En todos fui ‘faite’”, afirmó. Pero como cantara su ídolo Héctor Lavoe: ‘Todo tiene su final’. Sus antiguos compinches, su ‘batería’, ya no existen, ‘todos están muertos’. Su antiguo amor y compañera de fechorías, la ‘Chica Dinamita’, se cansó de esperar que salga de prisión, se dejó consumir y murió de tuberculosis entre sombras. Apago el televisor.


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