Este Búho continúa con sus merecidos homenajes a la inmensa cantautora , por el centenario de su nacimiento. La admiro y la quiero, como a mi ciudad, Lima. Como la amó ella. Aunque Isabel nació en Puquio, Apurímac, quiso tanto a nuestra capital.

¿Quiénes somos nosotros para decirle a la poetisa que no idealizara a una ciudad tradicional, de jardines y balcones, que se estaba volviendo monstruosa? Contra eso se alzaban la voz y los versos de la gran compositora. Como lo hizo en su entrañable y emblemático tema de inicios de los años ochenta, ‘Pasito a paso’, con música del pianista Juan Castro Nalli: ‘Mis ilusiones serán locura, de mis sueños/ pues será como volver a todo lo perdido/ es como soñar en que nada ha cambiado/ y todo lo vivido empieza a comenzar./ Mira que habrá que volver a viajar en tranvía otra vez/ de esquina a esquina un balcón y en cada paradero soñar/ que el tiempo vuelve a esperar, que se llegue a destino/ y que todo el camino está, por recorrer./ Pasito a paso otra vez, por la veredas quietas y al sol/ la madre selva el pacae, ñorbos, nísperos y melocotón/ el corazón antañón viajará de regreso/ al ritmo ya olvidado de la vieja ilusión...’. Para la anécdota queda que esta bella canción, interpretada por la gran Cecilia Bracamonte en el Festival de Ancón, quedó increíblemente postergada al tercer lugar. Nadie recuerda cuál fue la ganadora.

Pero a los grandes creadores no los podemos encasillar. Y Chabuca pertenece a ese grupo. No solo fue la que rindió un monumental homenaje a Victoria Angulo Castillo, una sencilla y criollona morena vecina del Rímac, en su inolvidable ‘La flor de la canela’, o al Barranco del ‘puentecito escondido’.

Porque la autora de ‘José Antonio’ también tuvo un alma inquieta. Dejó un matrimonio tradicional que le dio una hija, Teresa, y abrió sus horizontes. Se dejó llevar por el inmenso corazón antañón que tenía y empezó una relación intensa con un legendario poeta de la generación del sesenta, César Calvo, veinte años menor, quien contribuyó para que nuestra compositora explorara nuevas temáticas poco abordadas en sus canciones. El compromiso social, la lucha por la libertad, los ideales, la reivindicación de la mujer.

De esa época nacen temas en homenaje a Violeta Parra (‘Cardo o ceniza’), a Javier Heraud, amigo de César Calvo, quien le prodigó historias sobre el poeta guerrillero muerto en Madre de Dios y al cual ella dedicó varias canciones de homenaje, como ‘Las flores de Javier’. Esa producción descolocó a una crítica obtusa que la había etiquetado como ‘amante de lo colonial’ y hasta ‘retrógrada’.

Algunos se pusieron como ‘chicas Almodóvar, al borde de un ataque de nervios’, cuando presentó su hermosísima canción denuncia ‘María Landó’, escrita a dúo con su inseparable Calvo: La madrugada estalla como una estatua/ como una estatua de alas que se dispersan por la ciudad/ y el mediodía canta campana de agua/ campana de agua de oro que nos prohíbe la soledad/ y la noche levanta su copa larga/ su larga copa larga, luna temprana por sobre el mar/ (...) María no tiene tiempo (María Landó)/ de alzar los ojos/ María de alzar los ojos (María Landó)/ rotos de sueño (..) María solo trabaja/ solo trabaja/ y su trabajo es ajeno’.

Tremendo tema emblemático en el repertorio de Susana Baca, pero versionado por infinidad de cantantes, siendo uno de los más aclamados el del talentoso músico argentino Pedro Aznar junto a la mítica Mercedes Sosa. La mejor manera de celebrar los cien años de Chabuca no solo es colocando su nombre a una alameda o una calle. Hay que reivindicarla como una mujer que le cantó con pasión, con hermosa poesía, a una ciudad, pero sobre todo a lo más importante que hay en ella: su gente.

Apago el televisor.

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