El Búho consideró tardía las medidas adoptadas por el gobierno peruano coronavirus. (AFP)
El Búho consideró tardía las medidas adoptadas por el gobierno peruano coronavirus. (AFP)

Este Búho mantiene sus ojazos bien abiertos hasta cuando duerme, pues el avance del coronavirus de Wuhan, que viene matando a miles de personas alrededor del mundo, está alterando nuestras vidas. Hoy más que nunca depende de todos lograr que este mal cause el menor daño posible a los peruanos y a la economía del país.

EL MENSAJE DE VIZCARRA:

Solo hasta ayer domingo la cifra oficial de contagiados en nuestro territorio era setenta y uno. En pocas horas, desde la noche del sábado, habían aparecido cerca de treinta nuevos casos. Por eso Vizcarra decretó el Estado de Emergencia y el ‘aislamiento social’ en todo el Perú, disposición que debe ser cumplida para frenar el rápido avance de la epidemia. Todos tenemos la tarea de poner el hombro. Sin embargo, la inicial ola de infecciones y muertes en China tenía que haber alertado al gobierno hace meses, pero no hicieron caso y en enero apenas asignaron ¡¡cuatro millones de soles para hacer frente al virus!!

La ministra de Salud, Elizabeth Hinostroza, justificó hace días ese vergonzoso presupuesto señalando que a inicios de este año no había coronavirus en América. ¡Increíble! Querían que haya contagiados para ponerse las pilas, olvidando que estos se multiplican bastante rápido. Desperdiciaron valioso tiempo que hubiera servido para comprar equipos, camas, reactivos para las pruebas de descarte, mascarillas, uniformes especiales, guantes y otros, pues nuestros hospitales carecen de casi todo. Pero no lo hicieron y luego de que Vizcarra anunció el primer caso de un contagiado en nuestro país, hace poco más de una semana, recién señalaron que darían 30 millones y hace unos días la suma subió a 100 millones.

Un poco tarde la reacción. Hoy los hospitales que dicen están preparados para atender estos casos no tienen el suficiente número de camas ni equipos, mientras que las enfermeras que realizan los descartes lo hacen sin la adecuada protección, con partes del cuerpo, como la cara, ojos y brazos, expuestos. Están arriesgando su vida, igual que los médicos y otros profesionales de la salud.

Muchas personas que presentan síntomas y piden someterse a la prueba de descarte se quejan porque no se las quieren hacer argumentando que no es necesario, pues no llegaron del extranjero ni tuvieron contacto con alguien que vino de otro país. Oficialmente, hasta ayer había poco más de setenta y un contagiados, pero deben ser muchos más los que no saben que tienen el virus y lo están diseminando por donde van.

FALTA DE CONCIENCIA:

Parece que muchas personas aún no tienen idea de la magnitud de la epidemia, pues hasta este fin de semana seguían yendo a playas y divirtiéndose en fiestas con amigos. Por eso el aumento de contagiados y por eso la cuarentena dispuesta por Vizcarra. Desconocen que en España pasaron de tener algunos casos hace un par de semanas a contar hasta ayer con más de siete mil 750 infectados y 288 muertos. En Italia, en unos días los casos se multiplicaron hasta ser más de 24 mil, y los fallecidos superan los mil 800.

Los expertos señalan que el 80% de quienes adquieren el virus no sienten nada o solo algunas molestias, alrededor de un 15% necesita atención hospitalaria por estar graves y un 5% entra en estado crítico. Los grupos de mayor riesgo están conformados por ancianos de 65 años en adelante y personas con enfermedades inmunodepresivas, crónicas, renales, hepáticas, cardiacas, pulmonares, metabólicas o sanguíneas.

Este virus no es que matará a todos, pero sí pone en grave riesgo a nuestros enfermos y abuelitos. Por eso hay que ser solidarios y responsables, pues solo así no pondremos en peligro a nuestros seres amados y al prójimo. Hasta el cansancio se ha dicho que el ‘aislamiento social’ -que es quedarse en el domicilio, evitar el contacto con personas, no compartir vasos ni saludar con beso o dando la mano- es fundamental para evitar la propagación del virus.

La irresponsabilidad y la falta de información son peores que la enfermedad. Está bien rezar y portarse bien, pero hay que cumplir con las medidas básicas de prevención, ya ni siquiera por uno mismo, sino por quienes nos rodean. Apago el televisor.


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