Este Búho no se sorprende con el anuncio del presidente Martín Vizcarra de suspender el inicio de clases escolares, no solo para los alumnos de los colegios estatales, también para los particulares que ya habían empezado sus estudios. Recuerden que un niño de una exclusiva escuela de La Molina asistió infectado a su salón, lo que motivó el cese de clases en el plantel.

Este columnista tiene información de que la rapidez del contagio en ese centro educativo alarmó al mandatario y a su equipo. Las cifras de diecisiete afectados, hasta ayer, serían rebatibles para varios expertos y habría muchos más. Nuestro periódico lo alertó, dadas las condiciones insalubres de los servicios higiénicos no solo de colegios estatales, hospitales y donde la cultura de prevención es ignorada en poblaciones que ocupan cerros y allí no hay agua ni para preparar los alimentos.

El peligro era racionalmente previsible. Por eso en la Redacción, con el director, no nos sorprendió escuchar al presidente Vizcarra anunciando medidas extremas y necesarias, como que todos aquellos ciudadanos que lleguen al aeropuerto ‘Jorge Chávez’ provenientes de España, Italia, Francia y China serán mantenidos en aislamiento hasta que se detecte que no están infectados con el Covid-19.

El mandatario respondía no solo a la realidad del país, después que esos dos hermanos huanuqueños, increíblemente, llegaron infectados de Europa y nadie les hizo un chequeo en nuestro primer terminal aéreo. Es más, ¡¡tomaron un bus interprovincial!! para regresar a su tierra natal. ¿Se imaginan en ese viaje de un día, a cuántas personas han podido contagiar? Fue un gravísimo error y por eso me lo confesó, ‘off the record’, uno de los médicos ‘bravos’ que analizan este problema, que la contabilidad del contagio se habría hecho más difícil y que es mejor cortar por lo sano, y estamos de acuerdo. Varias universidades e institutos también decidieron suspender sus clases, mientras que algunos especialistas protestaron por haberse permitido que se juegue el clásico ante más de cincuenta mil personas que se abrazaban y hasta se besaban festejando los goles.

Pero el mandatario nunca iba a hablar, sino lo hacía primero el bravo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el director general Tedros Adhanom Ghebreyesus, quien calificó al coronavirus ya no como una ‘epidemia’, sino como una ‘pandemia’. El jefe de la entidad justificó esta histórica decisión porque han detectado que el número de infectados crece de manera alarmante fuera de China y que es totalmente probable que en los días posteriores aumenten los contagios y las muertes. Pero Tedros Adhanom, quien es un médico etíope, fue aún más enfático en sostener que la OMS tomó esta decisión porque ‘hay inacción de distintos países ante una gravísima crisis de salud’.

Sin embargo, le dio una dosis de esperanza a la humanidad: ‘Ninguna pandemia en su tiempo, como el sarampión, peste bubónica o el cólera, en tiempos pasados, pudo ser controlada. El coronavirus, sí’.

Este columnista vio de cerca la epidemia del cólera cuando me mandaron a Chimbote en el verano de 1991. Presencié la muerte de personas que padecían de diarreas interminables. Fallecieron seis mil personas, entre ellas la madre de una enamoradita de San Marcos, Tania, ‘La Cristiana’, que vivía en los extramuros de San Juan de Lurigancho. A estar muy alertas y, especialmente, adoptar las medidas necesarias para evitar el contagio.

Apago el televisor.

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