Este Búho imagina que la lucha contra el coronavirus se desarrolla como una guerra convencional de hace un par de siglos. En una colina cercana al campo de batalla se encuentra el Estado Mayor, diseñando las estrategias de combate, con Martín Vizcarra a la cabeza. Abajo, en el frente, peleando en primera fila, el batallón de heroicos médicos, técnicos y enfermeras. En la retaguardia, los policías y miembros de las Fuerzas Armadas, cuidando que la tropa marche ordenada para no dar tregua al enemigo, que en este caso no es el ejército de un país vecino, sino un virus peligrosísimo y letal, al que si se le da oportunidad, se infiltra mortalmente en la tropa. De eso depende la victoria, que la tropa avance como un puño, disciplinada, siguiendo las órdenes del comando central. Porque de nada sirven las estrategias, la valentía de la primera fila de combate del personal de salud para conseguir arrancar de la muerte a los soldados de la maldita pandemia, si la tropa, que es la ciudadanía del país, engendra desertores y traidores que, en vez de seguir las estrictas órdenes, abandonan la lucha y escapan. Los vergonzosos desertores son esos miles de malos peruanos que transgreden el aislamiento social obligatorio, esos más de 50 mil detenidos infraganti. Por esos desubicados no avanzamos en esta guerra y en la conferencia de prensa de ayer, debido a esta razón, el mandatario tenía otra cara. Su tono también carecía de ese aire autosuficiente y reconoció que ‘si el esfuerzo hubiera sido mayor, tendríamos mejores resultados’. Repasemos los anuncios de ayer del ‘Comando de guerra’, por boca de Vizcarra, ante la llegada a la preocupante cifra de casi 10 mil contagios.

MULTA PARA LOS CULPABLES: Al César, lo que es del César. Este columnista no puede culpar al gobierno de que se hayan disparado los contagios y alcancemos la temible fase cuatro de la pandemia, debilitados e impotentes ante la gran irresponsabilidad, ignorancia y desesperación de la población que no respeta los protocolos. Hasta ayer, a pesar de que se supo del aumento de casos y de escuchar el dramático anuncio del ministro de Salud, acerca de la creación de un ‘comando humanitario para el recojo de cadáveres’, los faltosos salieron a la calle en grupos ‘para hacer la fiesta’. La televisión mostraba ‘manchas’ de a cuatro paseando sonrientes en el mercado, parejas acarameladas, las prohibidas mototaxis llevando ¡¡tres personas pegaditas!! Estos hombres y mujeres -porque aquí nadie se salva- merecen una sanción ejemplar. El presidente anunció ayer que, mediante un decreto supremo, se multará a los que incumplen con la medida de salir solo una persona por familia cuando es estrictamente necesario.

GOLPE A TRABAJADORES: Se consumó el decreto que la ministra de Trabajo y Promoción del Empleo, Sylvia Cáceres, trataba de evitar a toda costa, a pesar de que se lo pedían todas las voces del empresariado, no solo los grandes, también los medianos y pequeños: La aplicación de la ‘suspensión perfecta de labores’. ¿Qué significa? Que las empresas, ante ‘una razón fortuita o de fuerza mayor’, como en este caso, debido a la pandemia, pueden suspender las labores del trabajador y mandarlo a su casa sin goce de haber. La ministra se había opuesto a ello, pero la extensión de la cuarentena hacía insostenible que muchas empresas continuaran pagando planillas sin producir nada y con trabajadores en sus hogares. Ante una traumática seguidilla de quiebres de empresas, el gobierno ha optado por preservar la fuente de trabajo -que son las empresas-, autorizando este mecanismo por tres meses -y no 180 días como reclamaba la Confiep- pero ‘blindará’ a los trabajadores permitiéndoles retirar parte de sus CTS o fondos de su AFP para aguantar la ‘para’. En el caso de los trabajadores de las micro y pequeñas empresas, se les entregará un bono mensual, con la condición de que la empresa siga pagando su seguro social. Cáceres indicó que no todas las empresas se podrán acoger a esta modalidad, pues ‘tendrán que pasar por un filtro’. La medida es realista, pero el gobierno debe tener mucho cuidado para que solo se acojan las que verdaderamente necesitan esta medida para sobrevivir y seguir dando puestos de trabajo. Se vienen tiempos recios.

Apago el televisor.

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