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Solo en nuestra región, a causa de la pandemia de , la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) estimó que el total de ascendió a 209 millones a finales de 2020, 22 millones de personas más que el año anterior. En este escenario, científicos empiezan a preocuparse por cómo se verá afectado el desarrollo cerebral de los niños, especialmente durante la primera infancia.

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Un estudio denominado Baby’s First Years (Los primeros años del bebé), realizado por la Universidad de Columbia, la Universidad de Nueva York y otras instituciones, señala que “la pobreza es probable que moldee el desarrollo temprano del niño debido a la gran plasticidad y rápido crecimiento del cerebro durante los tres primeros años de vida”.

De acuerdo con un informe del diario The New York Times, investigaciones han encontrado que niños criados en circunstancias precarias tienen algunas diferencias sutiles en su cerebro en comparación con los niños pertenecientes a familias más pudientes.

En menores que crecen en la precariedad, el área de superficie de la capa exterior del cerebro suele ser más pequeña, sobre todo en las zonas que se relacionan con el lenguaje y el control de impulsos, así como en el volumen del hipocampo —parte de la corteza cerebral que es responsable de la memoria y el aprendizaje—, dice el medio.

Ayuda financiera

La investigación de Baby’s First Years busca evaluar cómo ayudas económicas periódicas a 1000 madres de recién nacidos, en situación de pobreza, pueden ayudar a mejorar el desarrollo cerebral de los menores.

Ninguno de nosotros cree que el ingreso es la única respuesta [para asegurar un adecuado desarrollo neuronal], pero con Baby’s First Years estamos yendo más allá de la correlación para comprobar si la reducción de pobreza tiene un impacto directo en el desarrollo cognitivo, emocional y cerebral de los niños”, afirmó Kimberly Noble, neurocientífica y pediatra de la Universidad de Columbia, a The New York Times.

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