Todos recordamos a esa tía que estaba cuando la necesitábamos y que escuchaba nuestras penas. Incluso, llegamos a considerarla como una segunda madre, una amiga y una confidente, pues sentíamos que comprendía nuestros problemas.

Para el psicólogo y psicoterapeuta Walter Hinojosa, desde mucho tiempo atrás, las tías son importantes en pues si bien tienen la misión de de sus sobrinos, lo hacen sin la presión que implica ser madre. Sin darse cuenta, las tías se convierten en:

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CONSEJERAS

Son mediadoras cuando hay algún problema entre el niño y sus padres. Tratarán de que los pequeños entiendan la posición de sus progenitores en el tema que provocó el conflicto.

PSICÓLOGAS

Como conocen bien a sus sobrinos, sabrán cuándo están tristes y necesitan un hombro sobre el cual llorar o un oído para ser escuchados.

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AMIGAS

Los padres no pueden ser amigos de sus hijos, para eso están las tías, quienes son las fieles compañeras de diversión y juegos. Llevará a sus sobrinos de paseo, al cine o a comer.

DETALLISTAS

Están atentas a los cumpleaños o logros de sus pequeños ‘ratoncitos’. Llegarán a casa con un regalo o una sorpresa. Muchas de ellas, cuando ven algo lindo (ropa, accesorios, juguetes) para sus sobrinos, no dudarán en comprarlo.

NIÑERAS

No esperará a que le pregunten si puede cuidar a los niños, ellas mismas se ofrecerán y dirán que ni se preocupen por el tiempo, que sus sobrinos la pasarán superbién a su lado.

Ponle límites

Ser tía no es sinónimo de consentidora todo el tiempo. Tu labor es ayudar a fortalecer los valores inculcados por sus padres para que tus sobrinos se conviertan en hombres de bien. No está mal engreírlos comprándoles, por ejemplo, un heladito. Pero si su mamá o papá te han dicho que se portó mal y, por eso, no se le debe dar nada, acata esa orden.

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