Autoridad no es lo mismo que autoritarismo. El primero es esencial para los hijos porque les permite actuar de acuerdo a los límites y normas que les fijan los padres. Estas reglas, aunque a veces despierten rebeldías en los menores, en el futuro les enseña a asumir responsabilidades y les ayuda a diferenciar el bien del mal prontamente.

En tanto, el autoritarismo busca que el hijo solo obedezca las órdenes de sus progenitores sin que este realmente entienda el porqué de esas exigencias. Cumple por miedo a recibir un castigo y el afecto está ausente en este modelo de crianza.

La psicóloga Isela Malca Aliaga advierte que el gran problema, en la actualidad, es que muchos por no caer en el autoritarismo, tampoco están ejerciendo una ‘autoridad positiva’ con sus hijos.

“Pueden llegar a ser muy permisivos con sus pequeños. Por ejemplo, ceden después de haber dicho ‘no’. También sugieren hábitos en casa que como padres están lejos de adoptar, todo esto termina convirtiéndose en una contradicción para los menores”.

La experta advierte que posible recobrar la autoridad perdida.

* Explíquele a su hijo las razones de sus reglas. Si encuentra que sus motivos son válidos, se comprometerá con ellas.

* Aprenda a negociar. Si él cree que puede ver televisión, converse con él y establezcan qué programa y cuánto tiempo.

* No grite. Llegará un momento en que el niño no le hará ningún caso. Mejor imponga disciplina, pero también elogie sus progresos, esto hará que él esté más dispuesto a aceptar su autoridad.

Sabías que: Los hijos educados bajo la autoridad positiva suelen identificarse con los valores de sus padres, son más comunicativos y se adaptan mejor a su entorno.

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