Así como es malo no reconocer los logros de un , también lo es darle alabanzas exageradas todo el tiempo. Así como lo lees, repetirle frases como ‘eres un campeón’, ‘el trabajo que hiciste es lo mejor’ o ‘tú eres el rey’ hasta el cansancio puede motivar al pequeño al principio, pero termina siendo ineficaz e, incluso, dañino después.

Lorena Pastor, psicóloga de Psicotrec, precisa que el pequeño sobreestimulado es capaz de volverse pendiente de las opiniones de los demás y perder criterio para calificarse a sí mismo. También puede intimidarse. Es decir, si ganó un concurso y fue enaltecido a diestra y siniestra, tendrá temor de presentarse en otra competición y no lograr lo mismo.

O peor aún, con el tiempo, los elogios de sus padres no tendrán el mismo efecto en él, porque reconocerá que la apreciación de ellos es automática y no auténtica.

MESURA

Solo hay dos tipos de conductas que se deben reforzar: los hábitos saludables que el niño va añadiendo a su rutina (hacer las tareas temprano, comer las verduras) y el empeño que muestra para acercarse a una meta, dejando de enfocarse únicamente en el resultado final que puede ser un diploma, un trofeo o una medalla.

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