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En la ciudad europea de Danilovgrad, en Montenegro, un burro retoza en su recinto durante el evento 'Bola de Año Nuevo con burros' en una granja en Gradina Martinicka. La granja se ha convertido en una atracción entre la población local y los turistas llegan, con motivo de la llegada del Año Nuevo, para observar y alimentar a esta especie en grave peligro de extinción.

Los burros son la sensación porque son muy dóciles y hasta parecen perros engreídos cuando están en contacto con la gente.

Se trata de la única granja de su tipo en Montenegro establecida con el fin de preservar la raza de los burros indígenas de los Balcanes, una especie en gravísimo peligro de extinción.

El último censo agrícola de Montenegro en 2010 situó a la población de estos burros en alrededor de 500, aunque los agricultores calculan que solo hay 150. Este año, el animal fue incluido en un programa nacional de conservación de razas autóctonas.

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