¿Quién no recuerda esa terrorífica  del 2002 que nos hizo estremecer con la sangrienta venganza de Samara? Sí, estamos hablando de El Aro, una cinta de horror protagonizada por la bella Naomi Watts y que marcó el inicio de un género moderno que mezcla con presencias sobrenaturales.

En la primera entrega pudimos conocer el origen del terrorífico video, cómo impedir que nos mate y la razón de Samara para vengarse de todo aquel que lo vea. En la segunda parte, Naomi Watts vuelve a ser asechada por la diabólica presencia que utiliza a su hijo para regresar al mundo de los vivos. 

Y ahora, 12 años después de este último estreno, llega la tercera parte del film. Se trata de una versión que intenta modernizarse con las nuevas tecnologías, aunque conserva la línea estética de la original.

Hagamos un repaso por los detalles más importantes de la nueva entrega de la saga. De seguro notarás las similitudes con la versión del 2002 aunque en definitiva su calidad es mucho más baja.

Se trata de la clásica película de terror estadounidense de la última década que mezcla caras deformadas, apariciones del más allá y claro, mujeres hermosas. Este recurso es bien conocido en el género, y es que se trata de una fórmula que no tiene pierde en la industria: rostros bonitos + cuerpos esculturales + fantasmas/demonios. Claro que los padres de la idea de la sexualización fueron ‘Viernes 13’ de 1980 y ‘Pesadilla en Elm Street’ de 1984, aunque ahora los efectos otorgan cierto estilo más irreal pero más diabólico.

Y precisamente en esto falla El Aro 3. Sus efectos especiales están tan reciclados que creemos que lo mejor hubiese sido concentrarse en el maquillaje y en el montaje. Lo máximo que podemos reconocerle es el efecto de ‘sintonización de televisor’ del cuerpo de Samara cuando sale de la pantalla, lo demás se hubiese podido lograr con otros recursos.

En relación a lo que ‘nos causa miedo’, algo que contribuye a espantarnos son los espacios. Tumbas estrechas y sótanos de iglesia inundados nos dan esa clásica sensación de claustrofobia, impotencia y ansiedad.

Con respecto al guion, el tema ha sido bastante utilizado en el pasado. Julia (Matilda Lutz) está preocupada por su novio Holt, quien está haciendo una tarea extra en la universidad para mejorar su rendimiento. Sin embargo, el proyecto consiste en explorar la vida más allá de la muerte, por lo que Gabriel, el profesor interpretado por Johnny Galecki (), le pide que vea la polémica cinta.

Al firmar su sentencia de muerte, Holt busca alguien a quien pasarle la maldición, por lo que Julia decide autosacrificarse. El tema del sacrificio propio es muy recurrente en este tipo de género, que explota la emoción y el amor de manera recurrente.

Quizá el personaje más interesante de la cinta sea Gabriel, el maestro de física de Hold. Y aunque sea un cliché que hayan buscado a Galecki para interpretar a otro científico, lo cierto es que algunas de sus líneas son buenas. Por ejemplo, luego de la muerte de una de sus alumnas, usa el principio de complementariedad para afrontar la responsabilidad por el asesinato. ‘No lo hice pero a la vez sí lo hice, pueden haber diferentes verdades para un solo hecho’.

Finalmente, la historia que se revela sobre el origen de Samara y su objetivo en la tierra son los temas que cierran la película. La madre de la atormentada niña fue violada por el sacerdote del pueblo, quien tiene escondidos sus huesos para encadenar su alma. Es así que Julia buscará liberarla para darle paz aunque nunca esperó lo que Samara tenía planeado para ella: El renacer.

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