Empresarios sueñan con que el mundo conozca el ají charapa.
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Martín Malachowski estudió cocina en ‘Le Cordon Bleu’. En una ocasión probó ají charapita en los huertos de Puerto Maldonado, y este producto le encantó, así que decidió volver a Lima para meterse en su cocina y preparar una salsa picante a base de este insumo. Su compañera de toda la vida, Erika Ferreyros, quien es administradora, saboreó el producto final y supo que tenía gran potencial. Ahora este ají peruano da vueltas por el mundo.

¿Martín, cómo conoces el ají charapita?
Fui a cocinar a Puerto Maldonado donde habían estos ajíes y al probarlo se me quedó en la mente, cuando vine a Lima decidí hacer algo con este producto.

¿Cómo fueron los inicios?
Comencé buscando en todos los mercados quien vendía este ají, hasta que conseguí los contactos y a relacionarme con los productores.

¿Cómo fue la recepción del público?
Un poco raro, porque no están acostumbrados al ají en botella, pero ha tenido gran aceptación.

Esta idea nació contigo, luego vas de la mano con tu pareja, ¿tuviste un referente aparte?
El tabasco, si ellos lo hacen, por qué no hacer uno peruano con tanto ají que tenemos.

¿Las salsas picantes se hacen de manera artesanal?
Sí. Es un producto artesanal, trabajo en mi taller haciendo cada uno de ellos. No utilizamos saborizantes ni preservantes.

¿Cuántas personas trabajan con ustedes?
Entre 5 a 10, según la campaña que tengamos.

Erika, siendo un producto que gusta mucho, ¿no han pensado ingresar a supermercados?
Estamos preparándonos para llegar a más mercados, estamos buscando fortalecer la marca, no queremos aún supermercados, porque no hay suficiente rotación. Las empresas chicas no tenemos un nivel de inversión. Hemos buscado ir primero por el consumidor y luego llegar a puntos más accesibles.

¿Qué potencial le han visto a este ají?
El ají charapita no salía de ser una salsa criolla con cocona y estaba en platos de la selva y luego quedaba ahí. Buscamos llevarlo a la mesa de la casa y en los restaurantes.

Este insumo es muy especial, ¿con qué tipo de comida va?
La salsa picante va con sánguches, pizzas, parrillas, lo puedes acompañar con varios platos.

¿Con cuánta inversión empezaste?
Fue muy poca inversión, empecé con 10 botellitas, con algo de 300 soles.

¿Qué tan rentable es el negocio?
Se trabaja bastante, hay mucho valor agregado, pero es rentable.

Ser cocinero es sacrificado, ¿pero cómo cambió tu vida con tu propia empresa?
El cocinero vive en ocho metros cuadrados, que es la cocina, no sales de ahí. Hacer una empresa dedica muchas horas, hasta madrugadas, pero esto no lo cambiaría por nada.

¿Qué le recomendarías a un joven que quiere ser cocinero?
Que lo piense bien, si es esto lo que quiere, que sepa que hay opciones, que sepa que tenemos infinidad de productos que no han sido explorados y que puede potenciarlos.

¿Qué metas tienen?
Hacer una marca tradicional peruana, como una galleta ‘Chaplin’ (risas).

Erika, muchos extranjeros le tienen temor al cebiche por el ají, ¿qué les dicen ellos?
El extranjero no consume el nivel de ají que nosotros, pero en el mundo hay un gran mercado, las salsas picantes en otros países tienen mucha fuerza, hay coleccionistas y festivales. Los mexicanos y brasileños nos compran mucho.

¿A dónde llegan sus salsas?
Exportamos a Francia en una tienda de París, se lo llevan a Australia y en pequeños lotes a Chile y Colombia.

¿Por qué ‘Arde charapa’?
Es un juego de palabras que se le ocurrió a Martín, él pensó mucho en que el arde es la traducción del picante del ‘hot’ y el charapa por el mismo ají de la selva. A la gente se le quedaba el nombre.

Emprender no es tan fácil, ¿cómo sacaron el producto adelante?
Emprender es lo más difícil, hay que ser perseverante, toma tiempo, a veces se siente que no despega, pero creemos en el producto y seguimos.

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