Mi amigo, el redactor gigantón ‘Barney’, llegó al restaurante para llevarse su arroz con pollo parte pierna con papa a la huancaína y refresco de carambola.

“María, . Por eso me fui a consultar al legendario periodista de policiales, ‘El Sonámbulo’.

‘Coleguita -me dijo- hay cosas extrañas, muy extrañas en esta fuga, desde la presencia de ‘El Chato’ en una clínica de San Juan de Lurigancho. Según los protocolos penitenciarios, solo en casos de extrema gravedad los internos son llevados a una atención externa. En las imágenes se ve que el hampón sale casi corriendo como el campeón panamericano Christian Pacheco. Estaba más sano que esos musculosos de ‘Esto es guerra’. Eso demuestra que todo fue simulado. Hay centenares de reos de la tercera edad que agonizan y ni los llevan al tópico.

Que un condenado relativamente joven, de 37 años, obtenga ese permiso resulta muy sospechoso, y eso me lo confirmó mi amigo el general. Él maneja la teoría de la gran ‘conspiración’: más de doce personas participaron en esa fuga. Gente que se hizo pasar como mototaxistas, repartidores de delivery, taxistas y hasta pacientes.

Fue una fuga milimétricamente planificada y para financiarla se necesitó ‘aceitar’ por miles de soles a mucha gente.

‘El Chato’ era el ‘Rey de los night clubes’ de Lima Norte. Cayó y la justicia fue implacable con él porque se demostró que era el cabecilla de una red siniestra de trata de personas (traían con engaños a adolescentes de la selva, las prostituían y esclavizaban en los antros de Comas, Independencia y Los Olivos), pero el delincuente seguía manteniendo el control desde el penal. Esos locales facturan decenas de miles de soles al mes. Aquí corrió mucha plata. Hasta los policías que debían custodiarlos, sospechosamente desaparecieron. ¡Si ellos tenían que llevarlo de regreso al penal de Lurigancho! Igualmente, el chofer de la ambulancia se fue. Son demasiadas ‘casualidades’.

En estos momentos, Aguilar Oliva debe estar seguramente en algún lugar de la frontera buscando salir del país.

Recuerdo esa famosa fuga del ‘narco’ colombiano Evaristo Porras Ardila, ‘Papá Doc’, quien en 1978 fugó del Hospital Loayza disfrazado de médico, ayudado por su abogado Vladimiro Montesinos y dos miembros de la PIP. En aquella fuga murió un guardia republicano.

Según el libro de Luis Jochamowitz, años después, Ardila le envió un pasaje a Roma al ‘Doc’ y una llave de la habitación de un hotel. Allí el sinestro Vladimiro se dio con la sorpresa que había un maletín repleto de dólares. Había ganado su primer millón”.

Pucha, qué tales historias. Me voy, cuídense.


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