El ultramaratonista estadounidense Tommy Rivers Puzey estaba hace algo de un año en la unidad de cuidados intensivos. Su vida se sostenía gracias a un respirador al padecer un linfoma pulmonar primario extranodal NK T-Cell de tipo nasal, uno de los tipos de cáncer más raros.

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Tommy Rivs, como es conocido, pasó varios días en coma inducido y se temió por su vida. Pasados tres meses comenzó con las sesiones de quimioterapia, llegó a pesar 43 kilos y arrancó un proceso de recuperación que lo ha llevado a correr el último domingo la famosa Maratón de Nueva York.

“Oh Dios mío. Ese fue el logro atlético más difícil que jamás haya logrado. Maratón de Nueva York eres pura magia. Tanto amor allá afuera. Todavía no tengo las palabras para siquiera comenzar a expresar cómo me siento. No creo que existan palabras lo suficientemente grandes. Pero gracias a todos los que me llevaron hasta este punto y durante todo el día”, escribió el ultramaratonista Rivs en su .

De estar en coma a correr la Maratón de Nueva York

Rivs se empezó a sentirse mal tras una salida por el Gran Cañón del Colorado. Tenían la intención de correr unos cuantos kilómetros como parte de una sesión fotográfica. La dificultad para respirar le acompañó durante todo el recorrido. Al final de la sesión se desmayó en el vehículo del fotógrafo.

Tommy regresó a su casa sin parar de toser. Primero pensó que había sido víctima de un golpe de calor, luego que podía haber contraído el temido COVID-19 . Se aisló de su familia. A los pocos días, su situación empeoró. “Me di cuenta por el esfuerzo que me costó salir del Cañón que era algo grave. Estaba nervioso. No sabía si debía ir al hospital”, explicó Rivers en su primer video en Instagram.

Hasta en tres oportunidades se sometió a la prueba del coronavirus. Todas resultaron negativas. Finalmente acudió al hospital. Su estado de salud se deterioró rápidamente. Fue operado para liberar sus pulmones. Luego llegaron las semanas en coma inducido hasta que empezó sus sesiones de quimioterapia. Fue un proceso muy largo y duro. Pero, el ultramaratonista nunca se rindió y perseveró.

“Sentí cerca la muerte. Parecía flotar sobre mí esperando permiso para aterrizar. En los días más oscuros y todos los días me decía lo mismo: ‘Sigue moviéndote. Todavía estás aquí. Mientras te muevas, no está permitido que te toque’. La muerte se convirtió en un “alguien”... El domingo estaré en la Maratón de Nueva York diciendo lo mismo que he dicho todos los días: “Sigue moviéndote. Aún estás aquí”, añadió.

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