Por: Fernando ‘Vocha’ Dávila

El teléfono suena una, dos, tres veces y, a la cuarta, se escucha la voz del exjugador y capitán de uno de los clubes más importantes del país, pero también de un gran conquistador, qué duda cabe. “¿Qué pasa?, ¿por qué me llamas?”, dice y suelta una gran risa. tiene una vida de futbolista, campeón muchas veces con Universitario, y también otra en la farándula limeña. De la primera va esta conversación.

Roberto, elige a un futbolista ganador con las mujeres...

‘Vitito’ Reyes.

¿En serio?

Tiene una moral a prueba de balas.

¿Siempre lleva algo para casa?

Siempre.

Que tú lo digas es para sorprenderse...

Pero aclaremos algo.

¿Qué cosa?

Que todas fueron de 3 puntos para abajo y casi siempre entrando a base 5.

¿Ese es su fuerte?

Y además, si hubiera vivido en el viejo oeste, lo mataban rápido.

¿Por qué?

En una reunión nunca lo vi ‘disparar’.

¿El compañero que no metía la mano al bolsillo ni cuando hacía frío?

‘Chemo’ del Solar. Si lo llevas en tu auto, no pone para la gasolina. Jugaba en el extranjero y nunca trajo algo de regalo.

¿El mejor ‘mechador’?

El ‘chato’ Osvaldo Araujo. Hicimos un partido de práctica con Defensor Lima y le pegó a un argentino, Jorge Ceballos, y después a un arquero llamado Enrique Vega Centeno.

¿Era bravo?

Es un tipazo, fuera de serie, pero si lo buscas le sale su barrio de El Agustino.

¿Cierto que escupía mucho?

Cuando concentrábamos en el Sheraton, el piso de la habitación lo llenaba, tipo una laguna, y cuando lo corregía, me respondía: ‘¿Tú lo vas a limpiar?’.

¿Es cierto que Alianza Lima te buscó?

Sí. Cuando el presidente de ellos era Agustín Merino, me citó en su oficina frente al Hospital Rebagliati.

¿Era un buen billete?

Yo jugaba en San Agustín y mi sueño era regresar a Universitario.

Pero estaba la oferta de los ‘íntimos’...

Sí, pero no la pensaba aceptar. La verdad, solo fui a agradecerle por el interés mostrado en mí.

¿No te intentó convencer subiendo los números?

Es que llegué y era una funeraria. Entonces me dio miedo el lugar y me regresé a mi casa. Nunca más volví.

Tu llegada a la ‘U’ fue todo un problema...

A mí el San Agustín me debía 3 meses, yo pedí mi libertad y nos fuimos a juicio.

¿Y cómo arreglaron?

En pleno juicio, los directivos cremas llegaron a un arreglo con el padre Cesareo Fernández, el que manejaba a los ‘canarios’.

¿En qué consistía?

Ellos me dejaban en libertad y la ‘U’ los hacía jugar de preliminar en sus partidos y les daban el 10 por ciento de la taquilla.

¿Cristal te buscó?

Nunca de manera oficial. Creo que el ‘Ciego’ Oblitas me llamó, pero no fue una propuesta formal y yo no iba a salirme de la ‘U’ para ir a La Victoria o el Rímac. Eso lo tenía claro.

¿Tuviste que ver con la llegada de Juan Reynoso?

No, solo me comentó Jorge (Nicolini) que pensaba traerlo y cada vez que lo veía me decía que estaba cerca.

¿Lo recibieron bien?

Por supuesto. Además, con su llegada se mejoró el sueldo de todos.

¿Por qué?

Se habló tanto de lo que iba a ganar, que los que andaban con poco sueldo reclamaban y era normal. Entonces se conversó para que se equiparen a los que andaban bajos y así todos estaban felices.

¿Eres un ‘blanco’ con calle?

Acá hablan de las salidas de Jean Deza, Carlos Ascues y te lo digo clarito: en el barrio de Palomino, en la casa de los Loyola, eran los verdaderos tonos.

¿En serio?

Allí aprendí todo y fue en ese lugar donde se juntaron los futbolistas con las chicas del vóley.

¿Allí tuviste un amor?

Conocí a la ‘China’ Rosa García.

¿El mejor compañero para ir a bailar?

El ‘Puma’, porque baila peor que yo.

Un gran abrazo...

Gracias a ustedes, yo vivo en Chiclayo y acá la cosa está dura, pero hay que cuidarse. Un abrazo a tus lectores.

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