Luis ‘Cuto’ Guadalupe es de los más carismáticos del fútbol peruano. Da igual si eres de Universitario de Deportes, Alianza Lima, Juan Aurich o de la Vallejo, ‘Cuto’ Guadalupe siempre cayó bien a donde fue (Grecia, Argentina, Bélgica y más países) y sigue cayendo bien. Y tiene muchas historias que contar. Varias nos las cuenta todos los viernes en . Vamos:

Al hablar de los Farfán, nada mejor que su carapulcra con sopa seca, arroz con pollo, un cebiche o su rico lomo saltado en el . Escuchando ‘Anacaona’, ‘Hacha y machete’, ‘Un verano en Nueva York’ o ‘Pa’ bravo yo’. Con Roberto, ‘La Foca’, siempre comemos eso cada oportunidad que me visita a mi restaurante. Cuando conocí a mi compadre no pasábamos de un ‘hola y chau’. Pero en 1998, cuando logramos el primer título del tricampeonato con el , nació una gran amistad que trascendió canchas, clubes, países y años.

Habíamos coincidido antes en una selección peruana, es cierto. Sin embargo, él era hermano de mi cuñado Luis, el papá de mi querido sobrino Jefferson Farfán. Además, después de cómo el popular ‘Coppola’ (así le dicen a Luis Farfán) se había portado con mi hermana ‘Charo’, obvio que había recelo. Las cosas no fluían.

Díganme, ¡qué hermano se lleva bien a primera instancia con la familia del tipo que está con tu hermana! Encima, Roberto era una persona de poco hablar, muy especial, los periodistas que lo han entrevistado pueden dar fe.

La cosa es que con el paso de los meses hicimos ¡click! Al compartir vestuario, hubo química, todo fluyó y la sangre nos llamó. Nos hicimos patas, yuntas, brothers. Fuimos como esas parejitas que al principio se odian y al final terminan juntitas. Por eso somos ‘causas’ hasta ahora.

La cosa es que al final de 1998, le ganamos el título a Sporting Cristal en penales. Yo ejecuté el cuarto con clase y elegancia, y llegó el momento de celebrar. En el camarín del Estadio Nacional hice mis primeros gestos de ‘¡Tengo hambreee!’, celebramos y rapidito embalamos al hotel Ariosto, donde nos habían preparado una recepción.

Pero como era la reunión oficial, todo fue tranquilo. Aunque, para ser sinceros, hice mis travesuras en el estrado bailando música negra y también bailando en calzoncillos. Es más, hay un video que siempre lo pasa Teledeportes de Panamericana donde se me ve haciendo mi baile hot. Pero esa reunión terminó temprano, tipo 12 de la noche. Luego cada uno se fue a celebrar por su cuenta.

Con mi compadre ‘La Foca’ quedamos en ir a su casa, en la Curva del Diablo, en San Gabriel, para darle rienda suelta al cuerpo. “Compadre, mi hermana ‘La Chacala’ está preparando un seco de carnero para chuparse los dedos… de paso, conoces a tu cuñado”, me dijo Roberto. Mi ‘yunta’ me invitaba a estar con su familia, encima éramos campeones, me hervía el cuerpo por festejar. Acepté, no podía decirle no.

Nos metimos a su auto, la picamos y paramos en un grifo para llenar el tanque de combustible. “Se me hace agua la boca por comer”, me decía. “A mí también, vámonos rápido”, le respondí. Estábamos tan ansiosos por llegar, que nos olvidamos de sacar la manguera del carro, ‘La Foca’, que recién estaba aprendiendo a manejar, aceleró y se llevó el grifo. La chica que atendía comenzó a gritar. Nosotros también. Nos pusimos pálidos. Un escándalo. “¿Qué hacemos? La fregamos”, dijimos. La cuenta salió 500 dólares. Caballero nomás.

Hasta que llegamos a su casa. Ahí conocí a la famosa ‘Chacala’. Le habían puesto esa ‘chapa’ por una morena que actuaba en una telenovela brasileña, que se transmitió por esos años. Y efectivamente, comprobé que la hermana de mi compadre cocina muy rico. Sabroso. Tenía la barriga llena y el corazón contento, hasta que Roberto apareció y me agarró en mis cinco segundos: “Oe, cumpa ahí está tu cuñado Luis, el papá de , me dijo.

Me estrechó la mano con una sonrisa que lo caracteriza. “Hola, cómo estás ‘Cuto’”, me saludó así de arranque. Ni siquiera me dijo Luis, menos Lucho, de frente por mi ‘chaplín’. Nos pusimos a conversar de todo un poco. Me agarró por lado débil, el fútbol. Luis ‘Coppola’ Farfán, es todo un personaje, un tipo alegre y siempre para fresco.

Ya estábamos emparentando cuando apareció ‘El Padrino’. Un hombre vestido totalmente de blanco, con sobretodo y fumando un cigarrillo. Era don Agustín Farfán, el abuelo de Jefferson y por quien lleva su segundo nombre: Jefferson Agustín Farfán Guadalupe.

Al lado del patriarca Agustín, por cierto, y sus ternos se opacarían, parecerían bambas. Un señor elegante, con buen porte y caminar seguro a pesar de los años.

Mientras calentábamos motores y sonaba la música de Gilberto Santa Rosa, Los Bam Bam, Manolito y su trabuco y otros bravos aparecieron el ‘Puma’ Carranza, ‘Goyo’ Bernales, José Pereda, y Marko Ciurlizza. Con mi banda me sentí más en confianza. Me puse a rumbear, celebrar, dar rienda suelta a nuestra alegría. Total, había sido campeón nacional. Lo merecía. Estaba poseído. Yo acabé en automático, borré cassette. Dicen que bailé hasta hacerle hueco al piso, pero yo no me acuerdo. Horas después tuve una resaca de esas que se curan con un cebichito y su ajicito.

Al final, el recelo de conocer a mi cuñado se me fue. Creo que hasta nos caímos bien. El trago, la música, el ambiente. Todo sumó y otra vez pasé del odio al amor. ¡Qué hermano no se lleva bien con el tipo que ha estado con tu hermana! Que lance la primera piedra quien esté libre de pecado. Nos vemos el próximo viernes, ¡siempre en Trome.pe!… ¡Tengo hambre!

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