El futbol tiene momento maravillosos, sublimes, pero también instantes que ningún futbolista quisiera repetir. Esta vez el volante ‘chalaco’ revela esas situaciones que no le gustaría volver a enfrentar. Ryan Salazar fue bautizado como ‘El Soldado’, defendió los colores de , Iván Brzic fue su técnico, también conoció el carácter de vistió los colores de la y tuvo un breve paso por Europa. Estas son errores involuntarios que no volvería a cometer.

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*TOMAR UNA CERVEZA EN BÉLGICA...

De 16 años, me fui al Charleroi. Estaba entrenando y me encontré a Omar Ramírez, un peruano que jugaba por allá. Nos hicimos amigos, luego de unos días de trabajo vinieron a hacerme contrato y mi compañero me dice para celebrar. Fuimos a cenar y pedí una cerveza. Las que preparan allá son de alto porcentaje en alcohol, deben de ser las más elevadas del mundo. Estaba tomando tranquilo, pero cuando salimos del local, parecía que me había metido una ‘bomba’. Al día siguiente hasta resaca tenía. Si van para allá no se confíen, que esas botellas son bravas.

*Dudar de la palabra de Julio César Uribe...

Jugaba en Cienciano, él dirigía al José Gálvez. Lo llamé, porque no jugaba. “Queda libre y me hablas”, me dijo. Mi respuesta fue: “¿En serio?”. Él, con su silencio, me dijo todo. Logré desvincularme y lo timbré. Me dijo que en la noche me llamarían. Un dirigente me ofreció contrato y me fui a Chimbote, donde jugué todo el año. El ‘Diamante’ fue mi técnico en juveniles y en mi cumpleaños fui a entrenar. Me dijo que pase la noche tranquilo, no me dio permiso, ni día libre. Pero en la noche se apareció en mi barrio del Callao con su auto moderno del año, junto al ‘Panadero’ Díaz, y se paseó por las calles picantes preguntando por mí. Me encontró en casa descansando y me felicitó.

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* Escuchar la última charla técnica del profesor Brzic...

Jugaba en Alianza Lima y el partido era a las 8 de la noche. A las 5 de la tarde, el técnico yugoslavo nos llama para dictarnos la charla técnica. Arma el equipo y cuando empezaba a dar las indicaciones, un grupo de directivos lo interrumpe. Lo llaman, se lo llevan y dentro de un rato regresa un dirigente y dice: “El profesor no va a seguir, será Jaime Duarte quien lo reemplace”. Allí nomás entró el nuevo entrenador y cambió a seis titulares. Me di cuenta de que nadie estaba fijo en La Victoria.

*Volver a confiar en la palabra de Edgar Ospina...

Estaba bien en la San Martín y el colombiano me llama. Me dice que quiere armar un buen equipo para los cusqueños y deseaba contar conmigo. De sus propias palabras me aseguró que sería titular. Acepté, además Cienciano es un grande del país. Empecé la pretemporada y tenía delante de mí a Julio García, pero me tenía fe y además el profesor me había dado su respaldo. Luego apareció contratado Jesús ‘Chucho’ Chávez, otro zurdo, y encima trajeron a Mario Velarde. Me acerqué, le pregunté qué estaba pasando. Su respuesta fue que debía ganarme el puesto y en los partidos de práctica yo era el tercer cambio. Decidí irme, ese señor no tuvo palabra.

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