Por: José Reynoso Alencastre

Es el único delantero peruano que usó la ‘9′ en dos mundiales. marcó goles claves con la selección y hoy es catequista y aconseja a los más jóvenes. El popular ‘Tanque’ nos cuenta una historia de vida que puede ser ejemplo para muchos.

¿Quién era tu ídolo?

‘Perico’ León, era excepcional.

Tuviste grandes técnicos como Eduardo Hohberg, Roque Máspoli, Tim, Zózimo, Marcos Calderón. ¿Con cuál te quedas?

Todos me dejaron una enseñanza. Zózimo me ayudó en mis inicios, me quería mucho, decía que trabajara, que solo así llegaría lejos. Él había sido campeón del mundo y me llevaba a su casa a comer.

¿Marcos Calderón?

Tenía su carácter, yo paraba asustado. Faltando un mes me lleva al Mundial del 78.

¿Cómo fue eso?

Salí goleador en Alianza y desconvocan a (Oswaldo) ‘Cachito’ Ramírez, y se lesiona un compañero. La clasificación ante Chile la había festejado en oriente, ni pensaba ir a Argentina.

Te sorprendieron...

En la última fecha de ese torneo jugamos contra Municipal y estaba Rodulfo Manzo. Lo vi con toperoles altos y le digo: ‘Cómo vas a jugar así, aquí no llueve’. Y me responde: ‘Te voy a rascar’. Le aclaré: ‘Entre familia no podemos pelear, somos raza’. Se mató de risa. Al final de ese partido nos convocaron a ambos.

¿Defensas que te rascaron?

Hubo bravos. Augusto Prado, del Chalaco, Fernando Mellán, en Cristal, te fajaban como jabón ‘Suave’ o ‘Camay’. Otro bravo fue el finadito Samuel Eugenio. Un día me metió un puñetazo en el estómago en un clásico. Me dolió, pero me quedé calladito. En un córner le metí su cocacho y nunca más me tocó.

Tu debut mundialista fue ante Escocia...

Estaba chibolo y creí que iba a ser suplente. Ahora que veo los partidos por la televisión me doy cuenta de que estaba nervioso, asustado. Poco a poco me fui soltando.

El gol en el ‘Campín’ de Bogotá a Colombia por las Eliminatorias a España 82 nunca se olvidará...

(Carlos) Bilardo dirigía a esa selección y le había dicho a un compañero del Atlético Nacional que no se preocupen por mí, porque yo malograba lo que hacían Cubillas y Cueto. Cuando anoté fui corriendo a festejar en su cara, pero ya lo habían expulsado. Luego me quiso llevar a Estudiantes.

Antes de ese Mundial brillamos, pero luego no estuvimos bien. ¿Qué pasó?

La gira previa nos mató, jugamos como diez partidos y viajamos bastante. Me dio mucha pena y no salí de casa una semana.

Al menos pudiste anotar en una Copa del Mundo...

Siempre marqué, en mi barrio, Copa Perú, Segunda, Primera, Copa Libertadores, Descentralizado; me faltaba un gol en los mundiales (1-5 ante Polonia) y cuando lo hice no lo gritó nadie, solo yo y mi familia en Puente Piedra.

¿Coincidiste con Ricardo Gareca en Colombia?

No, pero sí con ‘Bocha’ Santín, somos ‘patas’, jugamos juntos en el Nacional. Cuando el club festejó 70 años nos invitaron y conversamos tres días seguidos.

Allá eres ídolo...

De Colombia nos llaman todos los días, en cambio de aquí nadie. Cuando voy al estadio pago mi entrada, porque quiero a mi Alianza.

¿Por qué no le fue bien a Claudio Pizarro en la selección?

Le daban mucha responsabilidad. Era figura en su equipo, querían que haga lo mismo y si perdíamos era su culpa.

¿Qué va a pasar cuando no esté Paolo Guerrero?

Nadie es eterno, ya tiene 36 años, hay que buscar a alguien o cambiar de estrategia.

Te llamaban ‘Tanque’, ¿trabajabas mucho la parte física?

En esa época no se hacía fierros como ahora, solo era buena olla. Imagínate como sería si levantaba pesas.

¿Cuándo empiezas a acercarte a la iglesia?

En 1984, el arquero uruguayo Rodolfo Rodríguez tapaba por el Santos y yo jugaba en el América de Cali. En una jugada se la pico, se me tira encima y casi me rompe la pierna. Me enyesaron y yo estaba amargo con Dios. Decía que si soy bueno y ayudo a mi familia, ¡por qué me pasa esto!

¿Luego qué hiciste?

Una vecina en Cali me dijo que vaya a la iglesia de la Medalla Milagrosa. Antes iba solo a pedir y volvía cuando hacía goles. Recé a la Virgen y me puse a llorar media hora. Le pedí que me sanara y prometí regresar.

¿Cumpliste?

Volví a jugar, fui campeón y goleador. No di la vuelta olímpica, me escapé y fui a la iglesia que estaba cerca del estadio y le agradecí a la Virgen. Desde ese día empecé a regalar Biblias y rosarios. Ahora soy catequista y llevo 36 años en la iglesia.

¿El dinero cambia mucho al futbolista?

Sí y eso se llama la revancha existencial del hombre. Te pongo mi ejemplo: antes solo tenía dos pantalones y cuando empecé a ganar me compraba de todo. Uno piensa: como ahora tengo, hago lo que quiero. Hay gente millonaria que me dice: ‘Guillermo, cómo quisiera tener tu paz’. En son de broma les respondo: ‘Yo quisiera tener tus millones un ratito’. La plata no sirve si no estás bien con Dios.

¿Te encerrarías a predicarles a Manco, Deza y la ‘Hiena’ Gómez?

Primero tendrían que querer escuchar. Lo principal es reconocer que uno está haciendo algo mal. ¿Acaso crees que no tomo un traguito con mi esposa, con mis hijos, que no bailo, no me divierto? Todos tenemos problemas, pero Dios te ayuda.

Gracias por tu sinceridad y danos una última reflexión...

Cuando jugaba, los amigos me invitaban a tomar y no iba. Decían que era un tonto y se reían. Yo quería llegar lejos y no podía estar ‘chupando’. Hoy no soy millonario, pero tengo mi casita, trabajo y mis hijos son profesionales. Muchos de esos que me empujaban a tomar ahora están bajo el puente, otros son alcohólicos y muchos separados. Cuando me ven, me hablan: ‘Ayúdame hermano, tú eras tonto vivo y nosotros vivos tontos’.

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