BILLETE COMO POR ARTE DE ‘MÁGICO’

El ser humano es recursero por naturaleza. Hábil, ingenioso, astuto y pendenciero. ‘Mágico’ Gonzales es uno de ellos. En los 90, después de pasear su fútbol por varios equipos, arribó a defender al ‘Ciclón’. En aquella época, el Aurich no era llamado el ‘Manchester del norte’. Eran tiempos duros, casi nadie cobraba su mensualidad, las deudas abundaban y los dirigentes tenían en total abandono al plantel. Todos menos uno. Un directivo, apodado ‘El Niño’, se valía de sus contactos para mantener las apariencias en el club. Gestionaba las concentraciones en hoteles, conseguía almuerzos en restaurantes y buses para trasladar a los jugadores. 

Hasta que las puertas empezaron a cerrarse de tanta ‘cabeza’ que metía. Los bolsillos de los futbolistas con hueco y el maletín del directivo lleno de tantas facturas por pagar. Pero un día apareció el sol: visitó al Aurich, en Chiclayo. Las entradas se vendieron como pan caliente. Sería un lleno total. La sonrisa en la dirigencia se volvió preocupación cuando se enteraron que los acreedores habían conseguido una orden judicial para arrasar con la taquilla en el ‘Elías Aguirre’. Para colmo de males, el plantel amenazó con no presentarse a jugar si no les daban un ‘salvavidas’. Se le prendió el foquito a ‘El Niño’ y buscó al ‘Mágico’: “Carlos, tú juegas poco y eres el que más reclamas. Los acreedores nos quieren quitar el billete de las entradas. Queremos pagarles, pero hay que dejar vacías las boleterías”. 

‘Mágico’ Gonzales estuvo de acuerdo y escuchó atentamente el plan: “Te vas a vestir de heladero y vas a las boleterías a ofrecer helados a los que están allí. Cuando estás dentro chapas todo el dinero que veas. Yo llamaré a los empleados para que entretengan a los policías y personal del juzgado para que puedas salir”. El zambo aceptó. Se puso el uniforme blanco y cuando estuvo frente a las boleterías empezó a gritar: “¡Helados, helados!... ¡Compre su rico heladito para apagar el calorcito!”. Los empleados lo reconocieron a pesar de estar con gorro y la cara casi tapada, pero pidieron a los policías que lo hagan pasar para refrescarse. Los 35 grados de calor jugaron a favor de ‘Mágico’. 

Entró a la boletería, vio el dinero en la esquina de una mesa y en un descuido, metió todo en su caja de helados. Se dio tiempo para hacer bromas con los trabajadores judiciales: “Todo lo que uno tiene que hacer para recursearse. Llévense todo que aquí Aurich está en crisis. A los jugadores ni les pagan...”. Luego de unos minutos salió tranquilo, sin problemas y como ‘Pedro Navaja’, se fue caminando con las manos en los bolsillos. Cuando se hizo el balance en caja, apenas se contaron unos 90 mil soles. “¡Cómo es posible! ¡El estadio está reventando... Fácil debería haber unos 300 mil soles!”, gritó el juez. En las instalaciones del club, ‘Mágico’ y ‘El Niño’ se frotaron las manos. Habían hecho un faenón y los jugadores por fin pudieron cobrar, como por arte de magia.

SACÓ UN CONEJO DE LA CABEZA

En el 2010, demostró sus dotes de bailarín y se llevó el trofeo de ‘Los reyes del show’. Pero en el 2003 ya había realizado su mejor actuación. El ‘Conejo’ siempre ha tenido cualidades histriónicas, pero cuando jugó en el Real Zaragoza armó su propio guión y se llevó el Oscar a la ‘Mejor actuación’. El cuadro zaragonés recibió al Barcelona de Ronaldinho y días antes, el hijo del peruano le había pedido que le lleve la casaquilla del astro brasileño. 

El chalaco, que de chico tuvo como profesor al recordado Alberto Gallardo, recordó las enseñanzas que le había dado su maestro cuando lo tuvo en las menores de Cristal: “Nunca pidas camisetas a los rivales, si ellos te la piden es diferente”. El día del partido, el capitán Paco Jemez lanzó un mensaje a sus compañeros: “‘Dinho’ es uno más dentro del campo, no asusta, no se le teme. Hay que rascarlo y no estar pensando en intercambiar camiseta con él”. Rebosio se sintió entre la espada y la pared. “Cómo le hago ahora para cumplir con mi pequeño”, pensó el defensa. “No sé lo que hago, pero a mi hijo no le puedo fallar”, sentenció sus pensamientos. 

Empezó el partido. El ‘Conejo’ Rebosio buscaba tener marca pegajosa con el brasileño. En un balón dividido, le entró fuerte y Ronaldinho lo miró, sin decirle nada. En la siguiente jugada el astro del Barcelona se la cobró y le dejó la plancha. La falta no fue tan grave, pero Rebosio se tiró al suelo y dio más vueltas que pollo a la brasa. “Esta es mi oportunidad”, se dijo. Comenzó a gritar y pedir la ambulancia. Sus compañeros se le fueron encima a ‘Dinho’ y pedían tarjeta roja. 

El brasileño puso unos ojazos y mostraba sus dientes grandotes tratando de pedir disculpas. Se acercó al peruano, que ya había recibido atención médica, pero que seguía tirado en el grass. “Perdóname, no creí que te iba a hacer tanto daño”, le dijo. Y Miguel encontró la oportunidad perfecta: “¿No es para tanto?... ¡Casi me partes!... Me das tu camiseta y asunto olvidado”. El genio sonrió. Al final del primer tiempo el ‘10’ del ‘Barza’ se le acercó y le obsequió su casaquilla. Miguel Rebosio había cumplido con las dos partes. No intercambió camisetas y le llevó el regalo prometido a su pequeño.

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