Todo tiempo pasado fue mejor, pero todo tiempo que viene no necesariamente te mantendrá feliz. experimenta esta sensación. De aquel título del 2017 con un equipo corto, pero sacrificado y una administración coherente, a este 2020 con nombres más que hombres, un manejo cuestionado y y . No hay despidos por , no hay juego agradable, faltan puntos, sobran errores. La buena planificación es una virtud que no existe en Matute.

Cuando se dio el momento de los fichajes y renovaciones, las equivocaciones se dispararon. Desde jugadores ‘desarreglados’ y muy poco productivos como Jean Deza y Carlos Ascues, pasando por elementos sin nivel (Anthony Rosell, Carlos Beltrán y Francisco Duclós), regresos inexplicables (Luis Aguiar), apuestas riesgosas (Beto da Silva y Alberto Rodríguez) y atacantes sin gol. El único acierto ha sido el central venezolano Rubert Quijada, pero claro solo no puede darse abasto.

. Luego de un buen 2017, en 2018 fue vapuleado en la final y en 2019 no supo replantear en la ida de la definición. Este año se animó a cambiar de sistema, pero parece que más por una imposición o ‘clamor popular’ que por convicción. De allí que solo Quijada es inamovible en la defensa de tres. Además el equipo luce desordenado, siempre termina metiendo centros a las manos del portero y parece tener temor cuando se pone en ventaja. En resumen: no parece grande.

La cosa en oficinas apuntaría a algo directo: comprar de otros clubes para luego vender y sacar ganancias. De allí la adquisición de las fichas de Jairo Concha, Óscar Pinto, el mismo Deza, Dylan Caro y otros o los miles de dólares que pagan de salario a jugadores de nivel medio. El tema es que el club ha olvidado que la mejor inversión son las menores y allí los íntimos hace años que no sacan un '9′ decente o un creativo con proyección. O los muchachos que entrenan son muy malos o los técnicos no saben escoger. Una academia te genera plata, trabajar bien en divisiones menores mejora todo el club.

Lo de la capitanía también es un tema curioso, no la lleva un referente como solía hacerlo Rinaldo Cruzado o Leao Butrón sino un joven irregular como Aldair Fuentes o un recién llegado que no destaca (Josepmir Ballón). Detalles mínimos que terminan sumando en un todo que va a camino a hacer explosión. Alianza Lima está en peligro y la única manera de salvarse es asumiendo que se planificó mal. Cualquier otra dirección será equivocada.

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