Más de un millón de venezolanos han ingresado a territorio peruano buscando una mejor calidad de vida. La inflación, la inseguridad y la corrupción, producto de una dictadura comunista han hecho del país petrolero un remedo de lo que fue hace 20 años. Cinco venezolanos que viven en el Perú te lo cuentan.



GABRIEL COSTANZO: ABOGADO, CATEDRÁTICO, EXJUEZ


¿Si mi familia sabe que en Perú me dedico a limpiar oficinas? No, no lo saben”, dice Gabriel Costanzo, un abogado con 24 años de trayectoria, que se desempeñó como profesor universitario y juez para el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela.

Carga tantos títulos en la maleta como ternos y corbatas, pero hoy nada de eso le sirve para su vida en Perú, en donde mas bien utiliza mameluco y requiere de trapos de franela para ejercer su labor.

Venezolanos en Perú: cinco historias de vida para conocer y entender la crisis venezolana
La inflación, la inseguridad y la corrupción, producto de una dictadura comunista, han hecho del país petrolero un remedo de lo que fue hace 20 años. Cinco venezolanos te lo cuentan.

Alguna vez perteneció a la clase media venezolana. Su hermano y su padre eran importadores de repuestos de autos y hasta los noventa gozaban de una vida sin urgencias. “Salía al cine con la familia, viajaba mucho por el país”, recuerda.

Siempre será un delito disentir


Pudo estudiar la carrera de Derecho y muy joven inició su vida profesional. Su talento le ayudó a escalar sin problemas en un sistema judicial que él, hasta entonces, consideraba independiente. Pero en los 90 hubo un quiebre.

Todos los poderes públicos fueron secuestrados. Entonces, la oposición siempre estará criminalizada, siempre será un delito disentir”, dice Gabriel Costanzo, en su pequeño cuarto ubicado en el distrito limeño de Barranco, a donde ha llegado después de una jornada agotadora de trabajo.

Ser una voz discrepante, afirma, le costó su tranquilidad en Venezuela. Hace poco más de tres años tuvo un enfrentamiento con la máxima representante del Ministerio de Asuntos Penitenciarios. Entonces comenzaron los atentados. El primero casi le cuesta la vida a su padre y el segundo fue el secuestro de su hermano.

“Entregué mi cargo para que nos dejaran en paz”, revela. E inmediatamente migró a Perú. Cogió su ropa: camisas, ternos y corbatas. Sus documentos: decenas de certificados laborales y académicos. Y un sueño al regresar: “Ser parte de la reconstrucción de mi país”.

Venezolanos en Perú: Gabriel Costanzo fue abogado, catedrático y juez en Venezuela
Venezolanos en Perú: Gabriel Costanzo fue abogado, catedrático y juez en Venezuela
Venezolanos en Perú: Gabriel Costanzo fue abogado, catedrático y juez en Venezuela.
Venezolanos en Perú: Gabriel Costanzo fue abogado, catedrático y juez en Venezuela.
Venezolanos en Perú: Gabriel Costanzo fue abogado, catedrático y juez en Venezuela
Venezolanos en Perú: Gabriel Costanzo fue abogado, catedrático y juez en Venezuela
Venezolanos en Perú: Gabriel Costanzo fue abogado, catedrático y juez en Venezuela
Venezolanos en Perú: Gabriel Costanzo fue abogado, catedrático y juez en Venezuela

En Perú ejerce como operario de limpieza y gana poco más del sueldo básico. Su familia no sabe sobre el oficio de quien fuera uno de los integrantes más sobresalientes de la casta. “Mi papá, después de verme en toga y birrete, después de verme en un estrado impartiendo justicia, después verme en una universidad dando clases y ahora saber que estoy limpiando, pues puede ser muy duro para él”.

OSWALDO YDROGO: LICENCIADO EN EDUCACIÓN

El licenciado en administración, Oswaldo Ydrogo, aún conserva su polera roja de la cara marca Tommy Hilfiger como un vestigio de aquella vida exitosa que tuvo en Venezuela.

La prenda la compró en un viaje de vacaciones a Ecuador, en tiempos en que un profesional venezolano podía darse ciertos gustos, como vacacionar en el extranjero o comprarse ropa de marca.

Su trabajo en la industria petrolera de su país le permitía esos caprichos. Manejaba una camioneta Toyota y tenía una casa amplia, con cuatro habitaciones y dos baños, en el Estado de Monagas, ciudad de Maturín.

Éramos de clase media. Logramos visitar Panamá, Ecuador, Colombia. Alguna vez pasamos Navidad en Trinidad y Tobago. Mi sueldo era, al cambio, mil dólares aproximadamente. Sin embargo, el poder adquisitivo fue bajando. La inflación nos comió”, recuerda.

“Allá trabajábamos todos y empezó a faltar las cosas. Aparte de eso, cuando íbamos a adquirir los productos, hacíamos largas colas”. Colas que duraban dos días con su noche y que, cuando por fin llegaban a la puerta de la tienda, ya todo se había agotado.

En Venezuela era imposible levantarse


Y cuando la inflación alcanzó cifras jamás registradas en el país llanero y el sueldo mensual apenas daba para un kilo de harina pan, ingrediente fundamental para preparar las arepas, también se alzaron las cifras de criminalidad.

Y un día sucedió. Ingresaron a la casa de Oswaldo Ydrogo. Lo secuestraron seis horas. Se llevaron desde su auto, los electrodomésticos, hasta los víveres. Entonces supo que, con la inflación, jamás podría recuperar lo robado. “En Venezuela era imposible levantarse”, afirma.

Oswaldo Ydrogo migró a Perú hace tres años.

En Venezuela el sistema está corrupto, no funciona. El país hay que reiniciarlo desde cero


El licenciado en Administración, con mención en Recursos Humanos, hoy utiliza la polera Tommy Hilfiger para abrigarse del frío matinal del Callao, ciudad en donde vive con su madre, su esposa y su tercera hija. Trabaja de madrugada y acaba de llegar a casa después de tres días. En Perú es chofer de una empresa de fumigación, pero antes vendió tizana, fue taxista y antes de todo eso pelaba pollos.

¿Si piensa volver a Venezuela? No. Su tercera hija nació aquí, su objetivo más próximo es traer a su otra hija de 18 años. Ya sus documentos han sido validados y solo espera la oportunidad para poder ejercer su profesión. “En Venezuela el sistema está corrupto, no funciona. El país hay que reiniciarlo desde cero”, asegura.

DIMAS VERDÚ: LICENCIADO EN EDUCACIÓN, CATEDRÁTICO

El catedrático Dimas Verdú aún sigue atendiendo los correos que llegan desde Venezuela. Son sus alumnos de Turismo que le piden que, por favor, revise sus investigaciones, algunos para el grado de licenciatura, otros de maestría y también de doctorado.

El cobro sería de 150 dólares por revisar un proyecto, un trabajo, pero cómo me pueden pagar si están en una situación difícil”, dice. Por eso lo hace gratis, en sus ratos de descanso, luego de trabajar como operario de limpieza, oficio al que se dedica desde hace tres años, cuando llegó de Venezuela, empujado por la crisis económica.

En su patria se desempeñó durante 15 años como docente universitario en la especialidad de Turismo. Dimas Verdú es licenciado en Educación con maestría en Educación Superior, un doctorado en Ciencias de Educación y acaba de finalizar un máster internacional de Inteligencia Emocional.

Venezolanos en Perú: Dimas Verdú es licenciado en educación y catedrático.
Venezolanos en Perú: Dimas Verdú es licenciado en educación y catedrático.

Allá manejaba un auto y tenía una casa en un barrio exclusivo en el estado Anzoátegui, en el oriente venezolano. “Me lo compré cuando tenía 24 años. En esos tiempos el sueldo alcanzaba para eso”, explica.

En Lima vive en un minidepartamento en el que su habitación, su comedor y su cocina calzan milimétricamente en una sola pieza. Aquí recuerda con nostalgia aquellos debates del 2004, cuando se discutían las políticas internas para posicionar Venezuela como una potencia turística.

¿Y qué pasó? El Gobierno comenzó a meter personas que no tenían preparación académica, que eran amigos, para asumir los cargos políticos y administrativos dentro de las instituciones públicas. Hoy el turismo está moribundo”, afirma Dimas Verdú, quien espera regresar algún día a su país y contarles a sus alumnos que no hay mejor enseñanza que el de haber empezado de cero, limpiando pisos.

ANDREA GARCÍA: MÉDICA CIRUJANA

A sus 27 años, la joven médico cirujana Andrea García afirma que su principal motivación para migrar a Perú fue el crecimiento profesional. Las oportunidades en su país natal, Venezuela, no le generaban mucho entusiasmo, pues el sistema educativo superior está en “retroceso”. Además de la crisis económica y la alta tasa de criminalidad.

Muchos de los profesores se fueron del país


¿Qué anda mal en educación? Primero, la infraestructura de la universidad, se meten los ladrones y han ido desvalijando. Segundo, mucho de los profesores se fueron del país. Tercero, la educación, las condiciones, la investigación, los equipos, todo ha ido en retroceso, se ha quedado estancado 20 años”, dice la doctora Andrea García, quien en Perú ha logrado insertarse al mercado laboral y hoy ejerce su profesión en la Villa Panamericana, atendiendo a pacientes contagiados con coronavirus.

Allá, recuerda, la profesión de médico se fue precarizando. Si antes un estudiante que realizaba su servicio rural de salud, al finalizar el año podía comprarse un auto o pagar la primera cuota del departamento, ahora las nuevas generaciones ven aquello como una quimera, debido a los sueldos bajos y la inflación.

Venezolanos en Perú: Andrea García es médica cirujana venezolana
Venezolanos en Perú: Andrea García es médica cirujana venezolana
Venezolanos en Perú: Andrea García es médica cirujana venezolana
Venezolanos en Perú: Andrea García es médica cirujana venezolana
Venezolanos en Perú: Andrea García es médica cirujana venezolana
Venezolanos en Perú: Andrea García es médica cirujana venezolana
Venezolanos en Perú: Andrea García es médica cirujana venezolana
Venezolanos en Perú: Andrea García es médica cirujana venezolana

Para los jóvenes venezolanos, dice la doctora Andrea García, la educación se ha convertido en un lujo que pocos pueden darse. Ella tuvo la oportunidad de graduarse; sin embargo, desarrollarse profesionalmente no era una opción que veía viable en la Venezuela de estos años.

Aquí tengo más oportunidades


¿Si tenía proyectos en mi país? Claro, quería irme a la Universidad de Los Andes, que queda en el otro extremo del país, y estudiar Cardiología y regresar a Puerto Ordaz (estado Bolívar) y hacer mi vida ahí con mi familia”, asegura.

Sus planes no han cambiado, excepto porque todo aquello que pensaba hacer en Venezuela piensa hacerlo en Perú. “Aquí tengo más oportunidades”, expresa.

JOSELYN RAMOS: INGENIERA INDUSTRIAL

Joselyn Ramos (26) recuerda esas vigilias eternas que cada lunes después de clases tenía que hacer para comprar productos básicos de alimentación en una tienda de abarrotes de Caracas, Venezuela. Por su número de cédula de identidad (el DNI venezolano), le tocaba los lunes. Justo los lunes, dice, que eran los días de mayor desabastecimiento. “Muchas veces me quedé acampando en vano”.

Ir por los víveres era una rutina semanal. Lo hacía después de sus clases en la Universidad Nacional Experimental Politécnica Antonio José de Sucre, en donde estudió Ingeniería Industrial.

Su madre fue una migrante peruana que se asentó en Venezuela hacía más de tres décadas. Además de trabajar como administradora en un supermercado, fundó una empresa pequeña de venta de ropa, lo que les permitió una vida sin apuros y más bien con ciertos placeres. Joselyn Ramos trae a la memoria esos lejanos años con melancolía. “Los fines de semana nunca almorzábamos en casa y era costumbre que viajemos a hacer turismo por el país”, dice.

Entonces el sueldo no alcanzaba para nada


Con mucho trabajo, su madre pudo costearle los gastos de una buena educación escolar y universitaria. Pero desde el 2014 la situación para la familia cambió.

Entonces el sueldo no alcanzaba para nada. Si ganabas el sueldo mínimo te servía solo para los pasajes. Y uno tenía que escoger qué iba a comprar, o harina, o arroz, no alcanzaba para todo”, cuenta.

Ante la crisis, la empresa quebrada y calculando un futuro que desde todos los ángulos se veía apocalíptico, su familia decidió mudarse a Perú. Sin embargo, ella se quedó. “Quería terminar mis estudios y ejercer un tiempo. Hacer algo de currículum”, precisa. Pero la situación en su país se hizo tan insostenible que al poco tiempo de graduarse también migró, sin poder apostillar sus documentos académicos, por falta de dinero y por burocracia.

Desde que llegó a Perú, hace poco más de dos años, la ingeniera industrial ha trabajado vendiendo bocaditos, pollo broaster y ropa. Se tratan de actividades de las que no se avergüenza, pues sabe que en algún momento llegará el día en que pueda volver a Venezuela para reconstruir su vida y encaminar sus sueños. Algún día.

ÓSCAR PÉREZ - PRESIDENTE ONG 'UNIÓN DE VENEZOLANOS EN PERÚ'

ENTREVISTA


¿Cuántos venezolanos han llegado al Perú actualmente?

Según cifras de la Superintendencia Nacional de Migraciones, alrededor de un millón de venezolanos ya se encuentran en territorio peruano.

¿Existe un rango de edad?

La inmensa mayoría no excede de los 35 años. Tenemos una población en auge de productividad, es una población que puede otorgar mucho al Perú.

¿Existen datos sobre el porcentaje de migrantes profesionales?

Alrededor del 48% de esta población migrante y refugiada venezolana tiene títulos profesionales universitarios o técnicos.

¿Del 48% de profesionales que están en Perú cuántos ejercen?

En este momento, hay unos registros que indican que el 15% en este momento ha logrado habilitar sus competencias profesionales (validar sus documentos).

¿Por qué estos profesionales han migrado?

La situación en Venezuela es propia de una guerra, de una calamidad. Lo que vive el venezolano es el apocalipsis de los nuevos tiempos.

¿Cuánto es el sueldo?

Tienen que vivir con tres o cinco dólares mensuales es el salario mínimo.

Deme un ejemplo, ¿Cuánto está ganando un médico?

Un médico que ha tenido que estudiar, realizar posgrado, gana aproximadamente 30 dólares al mes.

¿Sigue el desabastecimiento?

Hoy eso se ha superado, hay algunos supermercados que muestran productos, pero son incomprables para el grueso de la población venezolana.

¿El comunismo realmente favoreció a los sectores más vulnerables de Venezuela?

La gente apostó por un cambio, por un cambio para bien, para mejor, y los únicos que se beneficiaron fue una cúpula que llegó en sandalias y hoy se exhiben en lujosos vehículos.

¿No hizo progresar el país?

No, llegó para ver una Venezuela sumida en la miseria, sumida en la tragedia, en la desesperación de ver a gente muriendo literalmente de hambre. Y si no te mueres de hambre, te mueres de mengua, porque no hay comida y tampoco hay salud.

¿Por qué lo dice?

Los bebés, cuando nacen en la más importante maternidad de Venezuela, que es la maternidad Concepción Palacios, en lugar de colocar a los niños en incubadoras, los colocan en cajas de cartón con periódico, para que puedan tener calor. Las incubadoras no sirven.

¿Algún mensaje para el millón de venezolanos que hoy la están luchando en Perú?

A mis hermanos venezolanos quisiera pedirles que se tomen un minuto para hablar con el pata, con la novia, el novio, con el casero peruano, para que le hablen del drama que nos tocó y estamos viviendo en nuestro país. Para que entiendan que si estamos acá no es porque quisimos abandonar nuestra casa, nuestro trabajo, nuestro modo de vida, sino que nos vimos obligados, nos sacó de nuestra patria un modelo que nos llevó al apocalipsis.

Créditos
TEXTOS / Jhonny Valle. FOTOS/ José Rojas.CÁMARA/ César Delpino.
EDICIÓN/ Josué Talaverano. EDICIÓN WEB / Herbert Holguín.
DISEÑO GRÁFICO / Billy Casally. DIRECTOR/ Carlos Espinoza.