Parece chiste, pero es anécdota. Sucedió en 1985, año en que el país hervía en sangre a consecuencia de la mansalva criminalidad de . Los reporteros de entonces, los de Panamericana Televisión y otros canales, dormíamos en nuestras unidades móviles a la espera del siguiente atentado terrorista. No le teníamos miedo a los terrucos, pero sí a las puteadas de nuestro jefe, el maestro Julio Estremadoyro, de quien les conté en . Lo que contaré a continuación pudo haber generado una tragedia de grandes dimensiones.

Aquella noche de 1985 un apagón dejó en tinieblas a toda . Fue tal vez el apagón más extenso registrado en nuestra capital. Personalmente, no recuerdo otra de tal magnitud. Estábamos en , haciendo coordinaciones y repartiéndonos las comisiones del día siguiente, cuando de pronto todo se fue a negro.

No nos sorprendimos, era pan de todos los días. De pronto llegó un dato a la mesa de informaciones: “ATENCIÓN – ATENCIÓN – ACABAN DE DERRUMBAR EL PUENTE INFIERNILLO. ATENCIÓN – EL PUENTE INFIERNILLO ACABA DE SER DERRUMBADO”.

El puente El Infiernillo era considerado, para la ingeniería, una de las obras ferroviarias más representativas del Perú. Esta estructura estaba ubicada en el kilómetro 129.5 de la Carretera Central, en Huarochirí y por ahí transitaba el famoso ‘Tren Macho’, el que sale cuando quiere y llega como puede.

Muchachos, se van ahora mismo hacia el puente y al amanecer me registran las primeras imágenes de cómo quedó. Siempre a buen recaudoꟷ, dijo Julio Estremadoyro, director del noticiero.

Los encargados de esa comisión fueron mis queridos y recordados amigos, José Castro Machado (reportero), Segundo Mesones (camarógrafo) y Luis Flores (chofer). De inmediato se dirigieron al punto.

Al amanecer, hicieron su despacho desde el lugar del atentado. Salieron en vivo para todo el Perú.

El reportero dijo ante cámaras: “Gracias por el pase, compañeros en estudio. Efectivamente, me encuentro en la Carretera Central, en el kilómetro 129.5 de la Carretera Central. Aquí, al promediar las siete de la noche, siete explosivos ANFO fueron detonados al pie del puente El Infiernillo. La estructura ha quedado totalmente dañada, como pueden ver gracias a la cámara de mi compañero Segundo Mesones. ¡Pero puedo ver acá, si mi camarógrafo me sigue, una bomba que no ha explotado! En estos momentos mi auxiliar de cámara (el chofer), procederá a desactivarla”.

Todos, desde el estudio, vimos cómo Luis Flores se acerca al explosivo y jala tres mechas.

El reportero cierra su enlace en vivo: “Compañeros, la bomba ha sido totalmente desactivada”.

Tras el corte, el chofer coge la bomba y la tira a la maletera de la camioneta Isuzu color amarilla.

De regreso a Lima y con un explosivo en la maletera, pasaron la delegación policial de Corcona, pasaron San Antonio de Huarochirí, Chosica, Chaclacayo, Ate Vitarte y llegaron a Panamericana Televisión, en la Avenida Arequipa, Lima.

UN RECUERDITO PARA EL DIRECTOR DEL NOTICIERO

Don Julio Estremadoyro tenía la sana costumbre de tomarse un jugo de papaya todos los días a las 10 de la mañana. Salía de su oficina del segundo piso en Panamericana Televisión y se dirigía hasta la esquina de la avenida Arenales con Mariano Carranza.

Aquel día, cuando salió del canal, se encontró con el chofer Luis Flores en la puerta. “¿Qué tal les fue, Luchito?”, preguntó el maestro. A lo que Flores respondió: “¡¡Don Julio nos ha ido muy bien, muy bien. Le hemos traído una BOMBA, una BOMBA!!”.

Don Julio Estremadoyro sonrió y lo felicitó por el buen trabajo, pensando que se refería a una noticia bomba, una exclusiva, o como los periodistas decimos: una pepa. Y con la parsimonia que lo caracteriza se fue feliz a tomar su jugo de papaya.

A los minutos, al regresar a su oficina, cuando se suponía que esa sería una mañana tranquila, sin sobresaltos, don Julio casi se desmaya del pánico. No lo podía creer: ¡¡En su escritorio había --en sentido literal-- una BOMBA!!

El ‘sensei’ de Panamericana se jaló de los pelos, bajó de las escaleras gritando “seguridad, seguridad. Hay una bomba en mi escritorio”. En ese tiempo, en el sótano teníamos un destacamento de la Guardia Republicana y ellos subieron de inmediato. Recuerden que esta historia transcurre en el Perú de los años 80. Vieron la bomba y de inmediato llamaron a la UDEX (Unidad de Desactivación de Explosivos).

Mientras llegaba la UDEX todos los canales y diarios ya estaban en la puerta de Canal 5, en donde sonaba una alarma para que evacuaran los 350 trabajadores.

Los de la UDEX subieron al segundo piso y vimos cómo en un costal, pasito a paso, bajaron la bomba hasta la avenida Arequipa. Colocaron el explosivo en un cilindro, hicieron maniobras y lo detonaron. El sonido fue un tremendo estruendo, tanto que volaron todos los pajaritos y se cayeron las ramas de los árboles.

Don Julio salió a declarar a la prensa, que al día siguiente titularon: “Inocencia periodística pudo causar una tragedia en Panamericana Televisión”.

Los que habían traído la bomba estaban durmiendo en su casa, sin saber absolutamente nada de lo que ocurría, pues habían llegado de un viaje largo.

Al día siguiente, don Julio Estremadoyro llamó a los tres involucrados. Todos escuchamos cuando preguntó a gritos desaforados: “¿Quién tuvo la idiota idea de traer una bomba al canal?”. Sus vociferaciones eran tan estruendosas como la bomba del día anterior. Nadie respondió. Al insistir, el camarógrafo de la comisión dijo: “Los tres somos responsables”.

Entonces don Julio, de corazón noble, los miró con sangre en los ojos, con tanta rabia, con tanto enojo -esto lo sé porque los involucrados me lo contaron-- y solo atinó a decir: “¡Lárguense a trabajar!”.

Nos vemos el otro martes, siempre por , salgo de comisión.

TE PUEDE INTERESAR:


Contenido sugerido

Contenido GEC