Por: Miguel Ramírez

“Señor periodista: cuando sufrimos la furia del , los ministros y políticos venían casi todos los días acompañados de fotógrafos y cámaras de televisión. Todos prometían ayudarnos rápidamente. Han pasado dos meses y todo sigue igual. Los políticos se han dedicado a pelearse tarde, mañana y noche, y ya nadie habla de la tragedia que vivimos miles de peruanos del norte del país, que lo hemos perdido todo”.

Se trata de una carta que la semana pasada me envió un lector del Trome. Los damnificados por los huaicos, en efecto, continúan viviendo -tal vez peor que ayer- el drama de haber perdido sus pertenencias, sus casas, y apenas tienen abrigo y alimentos. Esta es la preocupante realidad.

Lo que ocurre es una paradoja: plata y recursos hay de sobra, pero falta coordinación y campea la burocracia entre los organismos encargados de la reconstrucción tras los huaicos.

La desazón debe preocupar al Gobierno. Los alcaldes de Tambogrande y Catacaos están debatiendo la posibilidad de un paro regional en . Argumentan lentitud y centralismo en la ejecución de las primeras obras planteadas para combatir los efectos de los huaicos.

La semana pasada, por ejemplo, no todas las autoridades de Piura salieron satisfechas de la reunión que sostuvieron con Pablo de la Flor, el máximo jefe de la denominada ‘Autoridad para la Reconstrucción con Cambios’.

Este columnista se ha enterado de que los formularios de las 48 primeras obras para rehabilitar diques, descolmatar ríos y drenes, y rehabilitar carreteras tras los huaicos, no se aprueban hasta hoy. Los papeles van y vienen entre Piura y Lima, y viceversa.

En Lima, el organismo de la reconstrucción los ha devuelto con observaciones. Considera que los precios de las edificaciones son demasiado altos y no están debidamente argumentados.

Las autoridades de Piura responden con justificados argumentos. Señalan que por la simplicidad del formato (tres hojas), no se puede argumentar detalladamente la solicitud. Es más, dicen que las fichas -antes de enviarse a Lima- fueron aprobadas por técnicos asignados por los propios ministerios, entre ellos los de Vivienda y Transportes.

Entre tanto, el Ministerio de Economía –prácticamente a la deriva durante una semana y media por la situación del - no puede girar partida alguna mientras los entes no se pongan de acuerdo.

“El problema de la reconstrucción no es de recursos, es de coordinación”, dijo la semana pasada el propio Alberto Rodríguez, director del Banco Mundial para Perú, Bolivia, Chile, Ecuador y Venezuela.

Dicha entidad ha puesto a disposición del país US$500 millones en préstamos, y líneas de crédito por otros US$2.500 millones para reconstruir las zonas afectadas. Y el Gobierno del presidente Pedro Pablo Kuczynski planea invertir US$6.400 millones no solo para la reconstrucción por los huaicos, sino también para ejecutar proyectos para proteger a la población de futuros desastres.

Con tanto dinero, es injusto que nuestros hermanos continúen viviendo su drama tras los huaicos. ¡Caray! ¿Tan difícil es ponerse de acuerdo? Nos vemos el otro martes.

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