La prolongación de la cuarentena -que en realidad se trata de una nueva convivencia con reactivación económica- la tomó el presidente el miércoles en el segundo Consejo de Ministros de la semana, contaron fuentes del Ejecutivo.

Hubo consenso entre todos los titulares en que había que aflojar la medida, pero no terminarla ayer lunes, pues muchos peruanos saldrían a las calles a festejar su ‘libertad’, como si ya hubiéramos derrotado al maldito coronavirus.

La situación no pinta nada bien, ya escasean las camas UCI (de cuidados intensivos) y oxígeno en varias regiones, y la cifras de infectados y fallecidos continúan imparables.

“No podíamos retroceder, ya hemos sufrido bastante. Un nuevo rebrote nos agarraría cansados y sin plata”, contó una de las fuentes.

Ese mismo día, el presidente Vizcarra se reunió con el ministro de Salud, Víctor Zamora. Le pidió que limara asperezas con el Colegio Médico del Perú (CMP), que representa a todos los galenos del país. Varios de ellos han muerto, otros están enfermos y, los que aún quedan de pie, no duermen ni ven a sus familias porque están atendiendo a los miles de peruanos azotados por la enfermedad.

El ministro de Salud, como se sabe, estaba enfrentado con ese gremio. Hace unas semanas, ante el reclamo de médicos contagiados en Loreto que necesitaban ser trasladados a Lima, dijo que todos los profesionales son de igual importancia que cualquier ciudadano.

Zamora aceptó el pedido de Vizcarra. En la noche se disculpó públicamente por la “frase mal dicha y peor interpretada”. Las disculpas fueron aceptadas.

Las aguas se calmaron. Una vez más, Vizcarra demostró sus reflejos políticos. La cuarentena, además, ha originado un cambio en el actuar personal del mandatario, dicen las fuentes.

El presidente ahora escucha y acepta los consejos de sus ministros, quienes han desplazado a la ‘Muralla Moqueguana’, integrada por sus amigos personales.

Entre los apartados también están el asesor argentino, Maximiliano Aguiar, y Miriam Morales, la secretaria general del despacho presidencial.

El presidente le pone especial atención a las opiniones de los técnicos. A Pilar Mazzetti, la jefa del comando Covid-19, quien habla claro y sin ambages, le tiene especial consideración.

Antes de las conferencias del mediodía, Vizcarra repasa las carpetas de información que le dan sus asesores y se las aprende de memoria. Relee las ‘ideas fuerza’, frases de impacto, que le sugieren.

En el camino –según las fuentes– va puliendo y agregando otras ideas. De su cosecha son las puntillosas frases “todos son generales después de la batalla” y “hasta almirantes después del combate”, en alusión a un exmarino, quien decía que las Fuerzas Armadas debían dirigir la lucha contra la pandemia.

El exintegrante de ‘Los Kalamazo’ –como así se llamaba el grupo de amigos de Vizcarra que en sus años mozos buscaban en Moquegua a rivales para jugar básquet y derrotarlos– resultó un aplicado político. Nos vemos el otro martes.

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