José Llaja es un veterano del periodismo televisivo peruano. Sus 40 años de trayectoria, todos en Panamericana Televisión, lo hacen el camarógrafo más querido y respetado del gremio. Sus ojos -o mejor dicho, sus cámaras- han visto todas las escenas que un humano pueda imaginar. Maestro de periodistas peruanos de renombre, escribe en sus memorias, las que probablemente sean las semillas de su próximo libro. Comenzamos:

UNA HISTORIA INESPERADA

Con esa voz aguardientosa a lo Tom Waits, una mañana de 2003 me llamó a su oficina para encargarme una comisión en Andahuaylas. Allá, gracias a mi olfato periodístico, descubrí una historia que dio la vuelta al mundo. Tal vez ustedes lo recuerden: La hazaña del Doctor Taladro.

Antes de toparme con esa maravillosa historia, la reportera Marisol Choquehuanca y yo estábamos en Pampachiri, una comunidad campesina en el distrito de , enclavado en la montaña y flanqueado por hermosos nevados. Allí solo se llegaba por trocha y después de muchas horas de viaje.

Estábamos en ese pueblito para realizar un reportaje sobre el atentado que había sufrido hacía 20 años, a cargo de la organización terrorista . Luego de un día muy duro, no solo por el agotamiento físico, sino también por el agotamiento mental, pues oír los relatos de las víctimas del terrorismo era una carga emocional muy pesada, hicimos maletas y regresamos a la ciudad de Andahuaylas.

Como a veces sucede, algunas comisiones se proyectan para realizarlas en varios días, pero puede que se haga en uno solo. Y eso pasó aquella vez.

EL CIRUJANO Y EL ‘BIRBIKÍ'

Ya en la ciudad y con un día libre, me dispuse a caminar por la provincia y conocer sus calles y su gastronomía. Iba rumbo al mercadito a tomarme un contundente caldo de mote cuando escuché de casualidad la conversación de tres señoras que me llamó la atención:

Al Julián, el doctor le ha hecho hueco en la cabeza con ‘birbikí’ꟷ, le escuché decir a una de las damas.

Paré las orejas y con un poco de imprudencia me acerqué para consultarles qué era eso del ‘birbikí’.

El Julián es mi primo, ha tenido un accidente y el doctor Venero le hizo una operación en la cabeza con ‘birbikí’ꟷ, me respondió.

Intrigado por aquella palabra, pregunté dónde había sido realizado la operación y la mujer me contestó que en el hospital regional. Tomé un mototaxi y enrumbé hacia allá.

Soy un hombre con canas, fogueado en la vida, con cicatrices en el alma, muy desconfiado y siempre sospecho de todo. Nadie me convence con facilidad y el olfato, mi olfato, es muy fino cuando se trata de un engaño o cuando hay una noticia cerca.

Camino al hospital regional, sin cámara en mano, sabía que estaba rumbo hacia algo grande, interesante y que valdría la pena.

Cuando llegué, me presenté con la secretaria. Le dije que era un periodista limeño de Panamericana Televisión y buscaba al doctor Venero.

‘DOCTOR TALADRO’

De atrás de la oficina apareció un hombre joven, le calculaba menos de 40 años tal vez. Con su bata blanca y el estetoscopio alrededor del cuello asomó la cabeza.

Sí, soy yo. ¿En qué puedo servirle?ꟷ, me consultó.

Mire, doctor. Yo iba caminando por la plaza de armas y escuché hablar a tres señoras. Hablaban de una cirugía cerebral que usted había realizado con un ‘barbikí’. Y quería saber qué era eso del ‘barbikí’ꟷ, dije.

De inmediato, el doctor se echó a reír a carcajadas, como si yo hubiera hecho un chiste. Soy bueno contando chistes, debo admitirlo, pero entonces hablaba en serio, con mucha curiosidad por saber qué era el ‘barbikí’.

El médico, de nombre César Venero Guzmán, quien luego de la nota se convirtió en una celebridad de la Medicina, abrió uno de sus cajones y sacó un taladro. Sí, de esos que se utilizan para hacer huecos en la pared o en la madera.

Se refieren a estoꟷ, aseguró sosteniendo el taladro entre sus manos.

Seguramente mis ojos brillaron como dos destellos por la impresión. ¡Voilá!, me dije. ¡Esa era mi nota! Recuerden que era 2003 y estábamos en Andahuaylas, uno de los distritos más pobres de nuestro país.

El doctor Venero Guzmán de inmediato me comentó que hacía pocos días, a falta de instrumentos para cirugía cerebral, tuvo que improvisar con un taladro --el que había comprado con 200 soles en una ferretería cercana al hospital-- para drenar un coágulo de sangre que ponía en riesgo la vida de su paciente.

Como hace mil años en la cultura Paracas, el doctor Venero Guzmán había realizado una utilizando una herramienta de construcción. Había destapado el cráneo de un campesino para evitar su muerte. La hazaña resultó exitosa.

Con mi reportera entrevistamos al médico y al paciente. Realizamos un tour por aquel hospital humilde y carente de instrumentos básicos para realizar operaciones simples. Era la realidad, y tal vez lo sigue siendo, de los hospitales en los lugares más alejados de la capital.

LA VUELTA AL MUNDO

Ya en Lima, descargo mis imágenes y me voy a la oficina de mi jefe Alejandro Guerrero: “Señor Guerrero, tengo una pepita de oro”.

Frente a la pantalla, pongo play:

¡Nooo puede ser! ¡Eso es una hazaña! ¡Dile a Marisol que quiero seis minutos de esa nota! ¡Que lo escriba inmediatamente!ꟷ, rugió Guerrero.

Lo que siguió tras la emisión de la nota fue maravilloso: al día siguiente de nuestra nota en Panamericana, el ministro de Salud de ese entonces visitó al doctor Venero Guzmán en Andahuaylas y lo llevó a Lima para que dicte conferencias. También equiparon el hospital regional. Y, posteriormente, el héroe de la medicina viajó por diversos países, pues la noticia dio la vuelta al mundo.

Aquella vez, ni curiosidad ni el olfato me fallaron. Nos vemos el próximo martes, siempre por , salgo de comisión.

TE VA A INTERESAR








Contenido sugerido

Contenido GEC