Médico Li Wenliang fue uno de los primeros en descubrir la existencia de la enfermedad. Lamentablemente también contrajo el mal y falleció.
Médico Li Wenliang fue uno de los primeros en descubrir la existencia de la enfermedad. Lamentablemente también contrajo el mal y falleció.

POR: MIGUEL RAMÍREZ / PERIODISTA DE INVESTIGACIÓN

Así como en el periodismo de investigación es clave seguir la ruta del dinero para descubrir una trama de corrupción, en la pandemia del es importante rastrear los orígenes de esta plaga que hoy padecen 192 países, entre ellos el Perú.

Cada día aparecen historias alucinantes del siniestro comportamiento del gobierno comunista chino para ocultar esta pandemia cuando fue descubierta, en diciembre pasado, por médicos del hospital Central de Wuhan, la provincia donde empezó el brote de la plaga.

Una de ellas es la entrevista realizada a la médico Ai Fen, directora de ese nosocomio, por la revista de ese país ‘Renwu’, que la publicó el martes pasado. Por la noche de ese día, el régimen la censuró y el medio, siguiendo instructivas de Beijing, la retiró de su página web. China, por cierto, se sitúa en el puesto 177 –de un total de 180 países– en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa.

Sin embargo, los usuarios que lograron leer la nota le tomaron fotos y la compartieron en las redes sociales, logrando que se difundiera por todo el mundo.

Infobae, el diario digital argentino más visitado de habla hispana, publicó el reportaje.

Allí, la galena cuenta que ella y su compañero, el médico Li Wenliang, fueron los primeros en descubrir el virus, pero los censuraron brutalmente y los obligaron a retractarse por orden del gobierno del presidente Xi Jinping.

El médico Wenliang vivía en carne propia la enfermedad. Él mismo la había contraído y avisado a sus superiores, pero sus advertencias no fueron tomadas en cuenta. Luego murió, convirtiéndose en una de las primeras víctimas del mal y en símbolo de la lucha sorda de varios médicos para que se supiera la verdad.

“Si hubiera sabido lo que iba a pasar, no me habría importado la reprimenda. Hubiera hablado de eso con quien sea, donde sea que pudiera”, narró la doctora Ai Fen.

Según contó, sus temores nacieron el 30 de diciembre del año pasado. Ese día recibió un informe de laboratorio de un paciente que presentaba síntomas de una gripe, pero no respondía a las reacciones comunes. Ai Fen quedó petrificada cuando, tras la evaluación del análisis del enfermo, resultó positivo para ‘SARS Coronavirus’.

La doctora hizo un círculo sobre el resultado de la prueba, tomó una foto de su celular y la envió a un excompañero de la universidad. La imagen comenzó a difundirse en todos los círculos médicos chinos y llegó a las manos del doctor Wenliang, quien ya estaba infectado y la dio a conocer antes de morir.

El gobierno chino fue alertado. Esa misma noche del 30 de diciembre, Ai Fen recibió una llamada de sus jefes. Le dijeron que no debía enviar esa información a más colegas suyos porque eso podría originar pánico. Dos días después fue sancionada por “esparcir rumores” y “dañar la estabilidad” del país.

Eso no fue todo. Todo el personal médico del hospital de Wuhan quedó prohibido de compartir fotos o mensajes sobre el nuevo virus.

“Vimos a más y más pacientes entrar (al hospital) a medida que el radio de propagación de la infección se hizo más grande”, declaró la galena, quien sabía que la transmisión era “de humano a humano”, pero el régimen lo negaba.

Recién el gobierno chino reconoció la epidemia el 21 de enero. Su reacción fue impresionante. En cuestión de días construyó un hospital especial para los infectados y en pocas semanas controló la pandemia.

Hoy se ha convertido, por las medidas contundentes y la disciplina de sus ciudadanos, en un ejemplo a seguir. Ahora hasta vende medicinas contra el virus en millonarias sumas. Pero su inicial negligencia ha dejado un reguero de 3.281 chinos muertos y más de 30 mil fallecidos en otros países. Sin contar los que vendrán.

LOS IRRESPONSABLES

Cuando esto acabe, el mundo también le pedirá cuentas a los presidentes Donald Trump (EE.UU.), Jair Bolsonaro (Brasil) y Manuel López Obrador (México), quienes se han burlado de la plaga sin importarles los miles de muertos que se registran en sus países diariamente.

“Nuestro país no fue construido para ser cerrado”, dijo Trump, quien más piensa en su reelección que en su pueblo. Un irresponsable total. Nos vemos el otro martes.

Los artículos firmados y/o de opinión son de exclusiva responsabilidad de sus autores.

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