es una serie de relatos escritos y leídos por sus autores, reclusos y reclusas de los penales del país. Se publica semanalmente en . Esta vez presentamos el texto de Martín Vásquez, interno del penal Castro Castro. Está a punto de recobrar su libertad. Ha encontrado en la palabra de Dios una manera de encaminar su vida. A su edad, espera no regresar nunca más al ‘infierno’. Empecemos.

Cuando entré por la puerta del Pabellón B, en enero de 2019, todo era oscuridad para mí. Todo era tinieblas. Un mundo irreal donde nada es verdad y nada es mentira. Todo es según el color del cristal con que se mira. Era muy penoso estar de nuevo en una cárcel.

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Después de diez años había regresado al infierno. ¿Qué pasó entonces? Se supone que ya me había resocializado años atrás cuando salí de Carquín (). Era un hombre nuevo, con ganas de salir a trabajar por el bienestar de mi familia.

¿Entonces qué hacía yo en ?

La respuesta era obvia.

Jamás me resocialicé.

Había quebrado reglas de nuevo, y allí estaba yo otra vez en ‘cana, era demasiado tarde para pedir perdón otra vez. Recuerdo que aquella noche se me acercó un pastor y trató en todo momento de hablarme, de hacerme sentir bien, en ‘casa’. Y se lo agradezco infinitamente porque trató de darme ánimo en todo momento. Él quería enseñarme un nuevo camino, algo que nunca había experimentado afuera. Mi ausencia con Dios había sido inevitable, había sido invisible para mí.

Su propósito espiritual era tener más adeptos para su iglesia y eso era comprensible.

Mi vida había dado un giro emocional, era complicado al principio, pero me fui acostumbrando. Sabía que no era un intruso en el pabellón, con mis cinco ingresos a diferentes penales era un inquilino bastante conocido. Había que empezar de nuevo, no tenía otra alternativa.

Busqué algunas amistades y me pude desarrollar ‘caneramente’ hablando. A pesar de algunos problemas en el pabellón, me mantuve al margen de cualquier inconveniente y supe mantenerme firme hasta hoy en mis propósitos y convicciones.

Alejarme de los problemas era el primer paso que tenía que dar y así fue.

He sido amigo, enemigo, confidente y consejero.

“Yo otra vez en ‘cana’” | CARTAS DESDE MI CELDA
Martín Vásquez reingresó cinco veces a la cárcel. Encontró en Dios un camino hacia su redención. En poco tiempo obtendrá su libertad, entonces espera no regresar nunca más al ‘infierno’. Esta es su carta desde el penal Castro Castro.

Me he vestido de Papá Noel, participé en el coro navideño y he desfilado llevando el banderín del pabellón en estas fechas patrias. De una u otra manera apoyé y participé en esos eventos como parte de mi terapia y que fue muy provechosa para mí.

He tratado de llevar este encierro de una manera distinta y me he encontrado conmigo mismo, a pesar de haber sido un asiduo infractor de mi propia confesión sincera.

¿ME PERMITES DARTE UN CONSEJO?

Por eso, para que un interno esté bien resocializado, hay que seguir escarbando en su existencia, romper las barreras de las indiferencias y buscarle un propósito en la vida. Rescatarlo de su mundo incorregible en que vive, buscar sus refugios, romper su silencio y encontrar sus miedos, a veces pasar por terapias no es suficiente.

A pocos meses para recobrar mi libertad, siento que he renacido y busco esa paz interior en el tiempo, tiempo que perdí por su puesto, pero a pesar de todo siempre he tratado de mirar el lado positivo de la vida.

¿Me permites darte un consejo desde aquí? Si es que se presentan problemas, no te concentres en ellos. Míralos como una posibilidad de aprendizaje y crecimiento, siempre aprenderemos de nuestros errores.

Porque, a la larga o a la corta, el sol sale para todos y siempre habrá un nuevo amanecer para mí, pero también espero no volver nunca más por aquí. A mi edad ya no estoy para estos trotes. Es hora de descansar.

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